Provincia

La Puebla de Guzmán recupera la cultura de sus poblados mineros

Desde el imponente pantano del Andévalo, allí donde España confina con Portugal, podemos ver campos sembrados de jóvenes olivos, naranjales y vetustas dehesas de encinas; pero también pequeños poblados ligados a la minería, olvidados de la mano de Dios, que perdieron su vitalidad cuando murió ésta, como el caso de La Isabel o Cabeza del Pasto, y donde todavía viven personas enraizadas con la atávica tierra, que despiertan su curiosidad con el paso de los caminantes.

Estamos como habréis podido intuir en el término municipal de La Puebla de Guzmán, en severas y ásperas carreteras, producto de circunstancias como la indolencia política, la difícil orografía o el intencionado aislamiento que siempre han pretendido los gobiernos de Madrid y Lisboa. Sin embargo, hay motivos para la esperanza, pues hay puestas grandes ilusiones en las aguas del pantano fronterizo, las cuales pueden cambiar los cultivos de la zona, las formas de generar energía, las vías de comunicación, pero también llevar a una transformación sin precedentes del paisaje andevaleño.

Hace ya tiempo que se ha comprendido en este espacio que hay que preservar los signos de identidad de las generaciones pasadas, como el componente minero. Desde poblaciones como Las Herrerías se está despertando las conciencias y recuperando los modos de vida y la forma de ser de la cultura minera, dentro de un término municipal eminentemente agroganadero y forestal. Este silencioso, desinteresado y metódico trabajo proporciona todos los años una oportunidad a los vecinos para conocer su pasado y afrontar los retos del futuro, en unas jornadas de historia minera, por donde ha pasado lo más granado de la comunidad científica. Este año ha habido un valor añadido, pues se ha contado con la presencia de los herederos de Guillermo Sundheim, Carlos y Justa, que tienen mucho que decir con algunos proyectos de recuperación de patrimonio en marcha. También es un buen momento para reafirmar la identidad y sabiduría con manifestaciones como la cultura fronteriza del café o la conversación.

La ilusión que ponen en todas sus actividades hace que se abrigue la esperanza cierta de contar con un museo etnográfico y un archivo que sustente las investigaciones. La recuperación del patrimonio documental se nos antoja fundamental para escribir la historia, máxime teniendo en cuenta la riqueza que tuvo el fondo de las minas de Herrerías. Hace un par de décadas esta documentación fue regalado a un chamarilero, lográndose recuperar algunos legajos por el Archivo de la Diputación Provincial de Huelva, los cuales fueron depositados en el Archivo de la Fundación Riotinto. Sin embargo, mucha documentación, la más emblemática y singular, pasó a formar parte de las colecciones de particulares conocedores de la importancia de aquel legado.

El paso de un jinete siempre recuerda aquí que nos movemos en uno de los pueblos donde la silueta del caballo siempre se recorta en el horizonte. En estos pagos abunda este animal, formando parte de las tradiciones más arraigadas, como es la caballería de la romería de La Peña, una de las más elegantes de cuantas se puedan ver. Nos marchamos de La Puebla con un olor a humo que salía de las cocinas donde las mujeres hacían química de la buena, pues sin pasar por carreras universitarias, combinan y funden la materia, es decir los ingredientes, para darle vida a platos tan espectaculares como la caldereta de cordero o los revueltos de gurumelos y turmas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios