Quien no conoce la obra de Antonio Cazorla se puede sorprender ante lo que lleva a Nueva York. Quien se sorprendió de ella hace años lo que hace es disfrutar de un nuevo encuentro y admirar la perfección de aquel joven que iniciaba sus pasos entre el rumor de las olas y la blanca arena de la playa sobre el friso de dunas de los Enebrales. Hoy toda esa luz y la poesía de su obra está embalado y a punto de descubrirse a los ojos de Nueva York.

En este caso es distinto. Antonio Cazorla dice que la mayoría de la gente va a Nueva York se entusiasma con ella y aquí muestra todos aquellos paisajes retratados en el recuerdo de un viaje o una estancia.

Antonio Cazorla tenía desde hace años intención de exponer en Nueva York, ciudad que conoce desde hace años, pero no quería una exposición más ni en cualquier sitio. Se decidió por la Bernarducci Meisel Gallery, que es una referencia en la pintura por la calidad de lo que se expone y la seriedad de las personas que la dirigen. "Mi sorpresa -dice Cazorla- fue que al llegar a Nueva York el director se acordaba de mi obra, tenía un catálogo de una exposición previa en Londres". A partir de ahí reconoce que todo el camino resultó más fácil, porque "están acostumbrados a recibir peticiones de muchos pintores". Se inclinó por Bernarducci Meisel porque "quiero estar en una galería que te descubra a la gente". Al final, hay muchas formas de llegar a Nueva York, "puedes encontrar a un marchante, pero lo único que buscará es hacer negocio; de pequeño empecé en este mundo en exposiciones y aprendí cómo es todo esto, tengo las ideas claras". E, igualmente, se puede optar por "una galería cualquiera para ponerla en tu currículum, decir que estuvistes en Nueva York, pero tampoco te va a servir de mucho".

Reconoce que exponer en Bernarducci Meisel Gallery es un paso muy importante en su trayectoria de artista: "No quiero que sea un simple paso de estar un par de semanas en una galería de Nueva York; mi intención es que esto sea una continuidad, que funcione, que sea largo y permanente el contacto". Considera que esta es una buena galería para intentar alcanzar esos objetivos. "Mi meta profesional es conseguir mantenerme en Nueva York ", señala.

Entiende que el contacto con una galería "puede llevar en un momento a que te metan en un círculo". Antonio Cazorla trabaja para que su obra tenga una misma visión, pero abriendo nuevos horizontes y evitando caer en lo repetitivo. Reconoce que el paisaje es muy socorrido para un pintor y nuestra costa puede ser un recurso muy utilizado. La clave en su obra está "en darle el toque personal, que te diferencie; es un hiperrealismo cada vez mucho más evidente que he ido superando, pero, además, estudiando las composiciones, rompiendo el espacio habitual".

La muestra que lleva a Nueva York es exclusivamente de una temática sobre el paisaje de Punta Umbría a los que añade unas composiciones de caracolas, todo en gran formato. "Me produce mucha ilusión el viaje -dice- porque lo que habitualmente se hace es visitarla, fotografiarla y luego pintamos la ciudad y la mostramos de vuelta". En su caso, esto es distinto. "Lo que estoy haciendo es llevar hasta allí el paisaje de Punta Umbría. Esto tiene para mí dosis de sentimentalismo y de emoción añadida". Espera, además, que este paisaje pueda ser reconocido en Nueva York, que se identifiquen con él. "Allí -añade- tienen algunos lugares con cierto parecido".

La exposición titulada Sounds of the sea (sonidos del mar) presentará ocho obras de gran formato, con temática que gira sobre el paisaje de la playa y las dunas de Punta Umbría, y algunas composiciones de caracolas. Será a partir del 30 de octubre. Es una pintura hiperrealista y poética, que combina el dominio del dibujo, el color y la técnica con un tratamiento delicado, exquisito y preciso. Antonio Cazorla lleva la brisa y el mar de su tierra natal a la ciudad de los rascacielos.