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Putin defiende la inocencia del pueblo ruso en la matanza de Katyn

  • Critica los crímenes del estalinismo en el recuerdo a los militares polacos asesinados

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, denunció ayer las represiones estalinistas, pero negó la responsabilidad del pueblo ruso en los crímenes cometidos por la Unión Soviética, como la matanza de miles de oficiales polacos en Katyn durante la II Guerra Mundial.

"Durante décadas se intentó mancillar con cínicas mentiras la verdad sobre la matanza de Katyn", aseguró Putin durante una ceremonia en memoria de las víctimas de las represiones políticas soviéticas de los años 30 del siglo XX.

Putin, que fue miembro de los servicios secretos soviéticos (KGB), a los que se acusa de cometer muchos de esos crímenes, hizo estas afirmaciones durante un acto oficial en un bosque cercano a la localidad rusa de Katyn al que fue invitado el primer ministro polaco, Donald Tusk.

"Estos crímenes no tienen ninguna justificación. En nuestro país ya se ha dado una clara valoración política, jurídica y moral a las maldades cometidas por el régimen totalitario. Y esta valoración no admite ninguna revisión", dijo.

Al mismo tiempo, llamó a Polonia a no politizar este asunto heredado por Rusia de la extinta URSS y que ha enturbiado las relaciones bilaterales durante los últimos años.

Por el momento, las autoridades rusas se niegan a desclasificar todos los materiales sobre la matanza de Katyn, en poder de los archivos del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) y la Fiscalía Militar.

"Todo lo que podíamos, ya lo hemos desclasificado (...) No creo que podamos hallar un compromiso en este asunto", sentenció hace varios meses el jefe adjunto de la administración del Ejecutivo ruso, Yuri Ushakov.

Katyn, junto a la frontera con Bielorrusia, es el nombre genérico bajo el que se conoce la matanza por los servicios secretos soviéticos en 1940 y 1941 de unos 22.000 oficiales y civiles polacos, asesinados en territorio ruso, ucraniano y bielorruso.

La matanza de Katyn fue negada durante medio siglo por la URSS, que acusó de ella a las tropas nazis, que en su avance hacia el Este descubrieron en 1943 las fosas comunes con los restos de los numerosos militares polacos asesinados.

Sólo en 1989 el último dirigente soviético, Mijail Gorbachov, reconoció la responsabilidad de la URSS por aquella matanza, y en 1992 el primer presidente ruso, Boris Yeltsin, entregó al entonces jefe de Estado polaco, Lech Walesa, documentos que probaban la matanza de los 22.000 militares y civiles polacos.

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