Huelva

El monolito pierde su sombraUn hito para marca el inicio de la relación con América

  • La columna se encuentra prácticamente desmontada cuando están apareciendo las tallas de figuras en mármol del primitivo monolito · La larga historia de su restauración comienza en el invierno de 1999

Después de una década el monumento al IV Centenario aun sigue en proceso de restauración. Pendiente del desmontaje de su estructura para proceder luego a la reconstrucción de la columna y restauración de las piezas que actualmente la cubren.

Este largo calvario comenzó a finales de 1999 cuando el monolito sufre una serie de daños cayendo algunas de las placas debido a su mal estado de conservación, por las lluvias y la contaminación. La situación se fue alarmando tanto que el entonces prior del monasterio, Francisco de Asís Oterino, denuncia en junio de 2000 que se está produciendo "desprendimientos cada vez más graves", que en invierno se cayó un trozo de piedra "que incluso hizo un agujero en el suelo". El prior alerta que los hierros en la parte superior están al descubierto con lo que el proceso de oxidación se acelera. Llegan a suspender el acto que cada agosto celebran los peregrinos de la Virgen de los Milagros en el monumento. Se temía por el "riesgo de accidente grave".

Una situación que obliga al Ayuntamiento de Palos de la Frontera a poner vayas protectoras alrededor para impedir el acceso a las escalinatas. Mientras la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía encarga un informe sobre el estado del monolito al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, que realizará Pedro Rodríguez, el arquitecto al que se confió la restauración del monumento a Colón.

La situación se alarga y llega hasta el Parlamento Andaluz en abril de 2001, lo hace el alcalde de Palos de al Frontera y parlamentario, Carmelo Romero, quien instó a la Consejería de Cultura a restaurarlo, y es que como dijo, "con el paso del tiempo este monumento se deteriora y es necesario mantenerlo, restaurarlo y acondicionarlo para que siga siendo no sólo patrimonio de los onubenses sino de todos los andaluces".

La Rábida, como lugar emblemático de la provincia de Huelva lleva al acuerdo de las distintas administraciones para afrontar la restauración del monolito. Así el 20 de septiembre de 2002 lo firma el alcalde del Ayuntamiento de Palos, Carmelo Romero; el presidente de la Diputación provincial de Huelva, José Cejudo; y la delegada provincial de Cultura, Guadalupe Ruiz, lo hacen en el mismo monasterio de La Rábida en presencia del prior, fray Oterino. Unas obras que en una primera instancia tienen un presupuesto de 185.610 euros, de los cuales la Junta aportará 130.000 y el resto a partes iguales por las otras dos instituciones firmantes.

Pero como la restauración del monolito parece estar envuelta en miles de dificultades, los trabajos no van a empezar hasta un año después. En octubre de 2003 comienza a levantarse el andamiaje necesario; pero no será uno normal, sino que dadas las características de la columna y al no saberse cómo se encuentra en verdad su estado, este no se puede agarrarse a ella, sino que deberá estar sujeto al suelo con un sistema especial de anclajes para garantizar su seguridad. Terminada la colocación del andamiaje se procede a algo tan importante como es analizar con todas las garantías el estado del monolito, ya que como destaca el arquitecto Pedro Rodríguez la observación que se había hecho hasta entonces era desde el suelo, ahora se podía realizar un inventario de daños tras un reconocimiento completo y proceder a una serie de trabajos de laboratorio a partir de una extracción de muestras y sondeos para caracterizar no sólo la cantidad, sino también la gravedad de daños.

Los daños básicamente se resumen en una corrosión muy fuerte en los elementos oxidables que tiene el monumento en su interior y, debido a eso, un estallido de la piedra en muchos casos, produciéndose grietas por este motivo. Además, hay algunas que recorren el fuste de la columna y que se producen muy cerca de la parte superior que se presume no deben tener solamente esa procedencia. En cuanto a la seguridad del monumento se alerta de la caída de fragmentos. En el ábaco, sobre el capitel, se acentúan los problemas de seguridad por una corrosión muy fuerte e irreversible en la armaduras de hormigón, según el arquitecto.

Los trabajos van a comenzar en el verano de 2004 y el 20 de julio se produce la visita institucional de las administraciones implicadas. Allí acuden Guadalupe Ruiz, delegada de Cultura; Manuela Parralo, vicepresidenta de la Diputación; y Carmelo Romero, alcalde de Palos de la Frontera.

Pero este proceso largo como la sombra del monolito va a continuar con un nuevo episodio. En octubre de 2006 se da a conocer el informe definitivo de su estado realizado por el arquitecto Pedro Rodríguez. La situación es más precaria de lo que en un principio se pensaba. La columna, con una base de 9,69 metros y una altura de 47,89, está desgranada al romperse la piedra por el empuje del óxido de los elementos metálicos que componen su estructura interna. Los estudios realizados en el transcurso de los cuales se procedió al desmontaje de la parte más alta de la columna permitieron constatar que la estructura de la misma no era de piedra maciza, sino que se trata de láminas de piedra caliza en torno a una estructura metálica.

El arquitecto descubre al final cuál va a ser la actuación, que empezará por el desmontaje de la columna hasta el promontorio quedando las piedras calizas pendientes de su restauración para que una vez construida una nueva estructura se adhieran otra vez las piezas, ahora con materiales no oxidables. El delegado de Cultura, Juan José Oña, asegura que se recuperará "tal y como lo conservamos en nuestra memoria".

Pero las obras aun tendrán que esperar. Mientras tanto, una buena noticia, el Consejo de gobierno de la Junta de Andalucía acordaba el 11 de marzo de 2008 declarar Bien de Interés Cultural el monumento al IV Centenario. Según la Junta, esta columna conmemorativa destaca tanto por sus valores formales como por su significado simbólico y por su emplazamiento como pórtico del histórico cenobio franciscano.

No será hasta mayo de este año cuando se inicien las obras de restauración. Los trabajos se desarrollarán en tres fases, desmonte, rehabilitación y reconstrucción. El presupuesto final se eleva a unos tres millones de euros, de los cuales dos serán aportados por el Gobierno central y el resto por la Junta de Andalucía y la Diputación Provincial de Huelva.

El Monumento a los Descubridores, el monolito al IV Centenario, es el hito arquitectónico que marca todo el entorno del monasterio de La Rábida, domina las orillas del Odiel y el Tinto.

Un columna toscana erigida sobre un pedestal situado en un montículo artificial, al que se accede por cuatro grandes escalinatas de traza rectilínea, que en planta forman una cruz griega, completando el círculo en el que se inscriben cuatro sectores ajardinados. La columna se remata con una sencilla cruz plana de hierro de brazos trapeciales.

Su origen se encuentra en la eclosión americanista en la provincia de Huelva con ocasión de los actos conmemorativos del IV Centenario del Descubrimiento de América. Se suceden discusiones, polémicas que llevan a la constitución de la Sociedad Colombina en 1880. Un espíritu iberoamericano que promueve la restauración del monasterio y adecentar su entorno. Surge entonces la idea de hacer realidad un monumento a los descubridores. El autor, el mismo arquitecto de la restauración del cenobio franciscano: Ricardo Velázquez Bosco. Un proyecto que gana en concurso público. En La Rábida tuvo a pie obra al arquitecto Hernández Rubio y la supervisión de la Diputación de Huelva, que se encargaba entonces del mantenimiento del monasterio.

La inauguración del monumento, proyectado en 1891, tiene lugar el 12 de octubre del siguiente año, dentro de la programación de los actos del IV Centenario. Una obra que junto con las del monasterio de la Rábida se proyectan en escaso tiempo, lo que obliga a que en la inauguración el monumento no esté concluido. Así su primer acabado difiere mucho del diseño original que aparece en La Ilustración Española Hispanoamericana.

El monumento original tenía una planta octogonal sobre la que se elevaba una columna rematada por un capital labrado por Mélida. De remate una gran bola de cinco metros de diámetro y coronada por una cruz. Como detalle singular, la zona intermedia en la que ofrecía una balconada a modo de proas de carabelas, a las que se podía acceder desde una puerta inferior.

La primera restauración del monumento la realiza Feduchi. Los saqueos de los años 1931 y 1936 produjeron intensos destrozos, por lo que hubo de ser restaurado en 1948. A partir de entonces el cambio sustancial tanto por los relieves como por el propio diseño de la columna, su capitel y su remate. El bajorrelieve esculpido en los anillos de la columna del monumento son obras de Manuel Echecoyán, que no pudo finalizar por falta de presupuesto.

Los destrozos causados por un rayo provoca una nueva restauración que da lugar al diseño actual. Le corresponde al Instituto de la Cultura Hispánica, que lo finaliza para la celebración del 12 de octubre de 1961. A partir de entonces ofrece la imagen actual, con un basamento de planta cuadrada. Ahora se procede al desmontaje de la columna, la estructura de hormigón y vigas de hierro oxidadas que dieron lugar al desprendimiento de las placas que envolvían detalles del primitivo monumento como las cabezas y elementos decorativos tallados en piedra de las canteras de Fuenteheridos.

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