Huelva

La pista de Mari Luz Cortés se pierde en un autobús de Emtusa

  • Una testigo "fiable" para la familia asegura haber visto a la menor a las 20 horas del domingo en un autobús de la línea 1 y en compañía de una gitana que le gritaba insistentemente que dejara de llorar

Después de más de 20 horas de intensa búsqueda e incertidumbre llegaba ayer la primera pista sobre Mari Luz Cortés, la niña de cinco años que desaparecía el pasado domingo en la barriada de El Torrejón sin dejar rastro. Sin embargo, tuvo un sabor más amargo del que debiera, disfrazada en principio de esperanza y transformada después en una falsa alarma que dejó a todos con el corazón destrozado.

Todo empezaba a las 14.10 horas de ayer. Justo en el instante en que los padres de la pequeña regresaban a casa después de haber pasado toda la mañana en la comisaría de la Policía Nacional, una mujer de la familia les informaba de que otros parientes que viven en la barriada de La Navidad habían encontrado a la menor y "está allí llorando", gritaba emocionada.

Un escalofrío recorrió la espina dorsal de los presentes y, entre grandes gritos de júbilo, corrieron todos a sus vehículos para ir en busca de la pequeña.

El trayecto desde El Torrejón a La Navidad fue delirante. Una gran caravana de coches se dirigía a toda velocidad hacia la barriada onubense en busca de Mari Luz, sorteando al resto de automóviles y saltándose semáforos en rojo con la escolta de la Policía Nacional.

La madre de la pequeña, Irene Suárez, era la primera en llegar a la casa de la Avenida de Miramar. Luego, el resto de los que conformaban la comitiva se arremolinaba en busca de buenas nuevas. Pero allí no estaba la niña.

La rumorología, que es traicionera y deteriora el sentido inicial de los mensajes, jugó una mala pasada a la familia. Lo único que tenían era una nueva pista y aún estaba por confirmar que fuera fiable. "Una señora que vive en la calle Santa Rafaela María, en el barrio de Las Colonias, nos ha dicho que vio a la chica en un autobús", contestaba la familiar de los Cortés Ramírez.

De nuevo todos se dirigieron a la mencionada calle. La progenitora de Mari Luz y varios familiares, unidos a todo el séquito de amigos, vecinos y medios de comunicación, llegaron enseguida al número 19 para encontrarse con la testigo.

Tras unos quince minutos de intenso interrogatorio en el que estuvieron también presentes varios agentes de la Policía Nacional, la testigo aseguraba que "vio a la niña ayer, sobre las 20 horas, en la línea 1 de los autobuses de Emtusa (una línea que pasa también por El Torrejón) acompañada por una mujer de etnia gitana que le gritaba que se callara mientras la niña lloraba".

Irene Ramírez comentaba a los medios de comunicación que "es una pista fiable para mí, porque la mujer ha dado bastantes datos sobre la ropa que llevaba la niña y pienso que puede ser mi hija. Yo pensaba que llevaba coletas el domingo y la mujer ha dicho que tenía un gorro de lana burdeos y lila, pero puede ser que ella se lo pusiera antes de salir de casa, ya que hacía frío y estaba lloviendo".

Es, por tanto, el único rayo de esperanza que ilumina a la familia de la menor desaparecida, puesto que aún no existen hipótesis oficiales que puedan sugerir dónde puede encontrarse la niña de cinco años.

Antes de incorporar este dato a la investigación policial, el último rastro de Mari Luz Cortés se perdía a las 17 horas del domingo, cuando el quiosquero de la Avenida de las Flores le despachó un paquete de gusanitos y otras chucherías. Fue la última persona en verla y durante toda la mañana de ayer estuvo prestando declaración en la comisaría de la Policía Nacional de la capital onubense.

Para entender todo esto, es mejor empezar por el principio. Eran las 16.30 horas del pasado domingo, un día que se antojaba lluvioso y frío en Huelva. Irene Suárez, la madre de la pequeña Mari Luz, una hermosa niña de cinco años castaña con betas rubias y de ojos color miel, se había tomado un relajante muscular para calmar un pequeño dolor físico y permanecía en estado de duermevela en el sofá de su casa, en el 2ºA del número 4 de la Plaza Rosa de la barriada de El Torrejón. La pequeña pidió a su madre un euro para chucherías y la mujer se lo dio, sin percatarse casi -por efecto de la pastilla- de que su hija salía sola de casa rumbo al quiosco (algo que no era usual).

Con el euro en la mano y a pesar del mal tiempo, la pequeña bajó a la calle y recorrió sola los 100 metros que separan su casa del quiosco de María 'Las Carrasco', que se ubica en la Avenida de las Flores. Allí, el quiosquero le vendió un paquete de gusanitos, por lo que fue en el camino de regreso a su hogar cuando la pequeña desapareció.

Los padres de la pequeña notaban su ausencia poco tiempo después, sobre las seis de la tarde, y alertaron de inmediato a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Una hora más tarde, la solidaridad tomaba las calles del barrio y cientos de vecinos se organizaban en batidas, sumándose al dispositivo de búsqueda policial para encontrar a la niña de cinco años.

El temor de la familia es que la menor haya sido raptada. Dicen que, aunque es muy simpática y abierta con los suyos, "es extremadamente desconfiada con los demás, por lo que no suele acercarse o hablar con personas extrañas".

Con los ojos enjugados en lágrimas, su padre, Juan José Cortés, contaba ayer a los medios de comunicación que "Mari Luz, que responde siempre al nombre de Mari, es una niña muy vistosa, de cabello castaño claro con betas rubias y ojos enormes y claros".

Es necesario recordar que en el momento de su desaparición llevaba dos coletas (y posiblemente un gorro), botas blancas, una falda vaquera de tablas y jersey y mallas de color rosa. El barrio sigue en pie de guerra, organizando batidas espontáneas en busca de nuevas pistas, nuevos datos que devuelvan la esperanza a una familia que está destrozada por la pesada losa del miedo y la incertidumbre.

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