Huelva

La ciudad y las cofradías

  • La Procesión Magna reafirma el poder de convocatoria de la Semana Santa en Huelva

AUNQUE parezca mentira, pocas veces se puede ver a los cofrades coincidir en una valoración de manera abrumadora. Es lo ocurrido con la Procesión Magna del día 17, donde no hay discusión alguna. Todos la califican de éxito rotundo y no fue para menos. La ciudad en su conjunto lo corrobora. La Semana Santa, para quien tuviera alguna duda, cuenta con un poder de convocatoria que ningún otro acontecimiento tiene. El nivel artístico y devocional de la misma es tanto como el de la mejor que se quiera poner de Andalucía. Así lo pudieron comprobar las miles de visitas que se acercaron a Huelva.

A los esfuerzos de la junta del Consejo de Hermandades, encabezada por Antonio González García, y del equipo de colaboradores para este acto, que estuvieron coordinados por Luis Alburquerque, hay que añadir el interés puesto por las hermandades para que en lo que se refería a su aportación fuera todo un éxito. Incluso en lo que es el adorno cofrade, contando para ello con las mejores bandas de Andalucía, donde se incluyen las de Huelva, por supuesto, que son de primer orden. Sin olvidar el trabajo de los capataces que se preocuparon de tener hasta tres cuadrillas y, especialmente, por el esfuerzo de los costaleros porque sin sus pies esto no hubiese dado un paso hacia adelante.

La colaboración de la ciudad resultó fundamental, primero para arropar a los pasos en sus salidas, y luego abrigar el Acto Misericordioso en la gran catedral que resultó ser la Gran Vía con bóveda de cielo azul de Huelva.

Por eso hay que sentirse bastante feliz, por el acto en sí y porque se consiguiera que todos se pusieran de acuerdo a la hora de felicitar al Consejo de Hermandades. No sólo cofrades, sino la propia ciudad de Huelva. Hay que aplaudir a cada uno de los que participaron para hacer realizada el Acto Misericordioso.

Esto merece un análisis que nos sitúa en uno de los mejores momentos de la Semana Santa. Se solucionaron situaciones extremas y de desencanto vividas hace tan solo unos años: era otra etapa.

Es un premio al trabajo bien hecho que capitanea Antonio González, pues mucho tiene que ver en esto. Sin olvidar la generosidad del obispo de Huelva, José Vilaplana, que tras el no que se le dio al Santo Entierro Magno en sábado permitió la oportunidad de hacer el gran vía crucis previsto para 2013, que la lluvia lo impidió. José Vilaplana vio la ilusión puesta por tanta gente y no quiso defraudar los deseos de una ciudad. Esta semana volvió a insistir en lo que resaltó al final del acto: "El recogimiento con el que se vivió la contemplación de los pasos, la escucha de los textos bíblicos y de las oraciones, junto al esfuerzo de disciplina y de orden que pusieron las hermandades para que todo saliera con tanta naturalidad, ha dejado en todos nosotros un buen sabor".

Esto es sentirse convencido de haber estado cerca de los deseos de los cofrades, que venían intentando la Procesión Magna desde hacía años, frustrada también por la lluvia en 2004. En este nuevo tiempo se celebró una Asamblea Diocesana de Hermandades, reclamada desde décadas para dar respuesta a muchas reivindicaciones cofrades. Lo que se complementa con la inclusión directa de las hermandades en el Plan Diocesano de Evangelización, que le dedica un apartado muy especial.

Ahora las hermandades deben estar no sólo agradecidas al obispo, lo que se da por sentado, sino a la altura del compromiso que tienen con la sociedad. Ante actos tan importantes como el vivido de la Procesión Magna y lo que representan las hermandades en la sociedad, deben plantearse respuestas muy sensatas. Por eso hay que dejarse de ambigüedades y afrontar como un reto la aportación conjunta en una gran obra social, como la propuesta para todas las hermandades en la Casa de la Iglesia, que se debe consolidar. Ahí es donde hay que reflejar los esfuerzos de una Procesión Magna. La música, el racheo, un costero... claro que nos gusta y una actuación en la Casa de la Iglesia, pues también.

Igualmente hay que poner énfasis en la labor de Antonio González. El respaldo que obtuvo en su reelección deja bien claro que el trabajo que viene realizando está recogiendo sus frutos. No hay que olvidar que para llegar al puerto de la Gran Vía ha tenido que remar muy mucho y a veces en contracorriente. No cejó en el empeño y ahí está el resultado. Es, sin lugar a dudas, el gran artífice de este acto, sin olvidar a quienes colaboraron para hacer realidad el sueño que en definitiva era de todos los cofrades y de Huelva entera. En este aspecto y de manera muy activa, en cuanto a la organización en la calle, se le debe a Luis Alburquerque, con el que hay que tener una mención muy especial. Le dedicó todas las horas que necesitaba una organización compleja y, con el esfuerzo de muchos colaboradores, demostró que si se quiere se puede.

Hay cuestiones que no deben pasar desapercibidas. Más allá de algún problema puntual, la Procesión Magna tiene que servir de referente para quienes se enfrentan a cinco minutos o una esquina en los horarios e itinerarios de la Semana Santa. Aquí se tuvieron que conjugar los de 24 pasos en una jornada muy complicada, en un entorno de calles que no podían colapsarse porque arriesgaban el desarrollo del acto en la Gran Vía.

No hay que olvidar en este aspecto, porque no sería justo, el reconocer la labor de las fuerzas de seguridad, tanto de la Policía Nacional como local. Muy especialmente al Ayuntamiento, que entendiendo a las cofradías como parte de la ciudad apoyaron el acto con su colaboración.

Muchos párrocos perdieron una oportunidad de estar con sus hermandades y con Huelva. El Acto Misericordioso era para haberlo vivido desde dentro de las parroquias con actividades complementarias. Lo único que hubo de manera conjunta fue con la Delegación de Hermandades, el acto para ganar el jubileo de la Puerta Santa de la Catedral de Huelva. La participación resultó bastante discreta, hay excusas pero lo cierto es que debió mover a cientos de cofrades.

Volviendo a la Magna, no asistieron cuatro hermandades. El éxito del Acto Misericordioso deja claro que quienes no estuvieron se lo perdieron. Nadie escuchó una justificación de la ausencia por parte de las mismas. Ahora, más que nunca, estarán convencidas de que quien no estuvo se perdió una de las jornadas que forman parte de la historia cofrade de Huelva escrita con mayúsculas.

No deseo que este sea el final del análisis del Acto Misericordioso, vuelvo de nuevo a la felicitación y a reconocer el esfuerzo de todos. Hay que trabajar unidos por cuestiones de interés, más allá de individualismos estériles.

Nos quedamos con la solemnidad del acto en la Gran Vía. La oportunidad de meditar con nuestros pasos. El gozo cofrade de sentir los misterios de la Semana Santa en momento tan especial como la semana de la Exaltación de la Santa Cruz en el Año de la Misericordia. Y aquellos momentos que muchos guardarán en su corazón por lo muy especial que fueron, pues se vivieron escenas que resultaron únicas, ni a soñar... Por ello: ¡¡¡Felicidades a todos!!!

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