La basura se acumula en la trasera de las barriadas de Marismas del Odiel y la Navidad entre escombros, maleza, ratas e insectos. El escenario lleva muchos años incomodando al vecindario, aunque en los últimos días se ha agravado con la sustitución de contenedores de basura. La calle Cristo ha perdido ahora el único con que contaba en su extremo final y los vecinos piden una rápida solución antes de que la situación vaya a más. "Si antes era insuficiente un solo contenedor para toda la zona, ahora que no hay ninguno, imagínense", denuncia una vecina por escrito a Huelva Información.

La calle Cristo es una de las arterias principales de la zona. Serpentea desde su inicio, perpedincular a la calle Patriarca San José, paralela a la avenida Unión Europea, hasta la calle Virgen María, ya en la barriada de la Navidad, en pleno descampado junto al Paseo Marítimo. Son 350 metros de terreno irregular, a lo largo del que se reparten casas bajas con una población mayoritaria de avanzada edad. No hay contenedores de ningún tipo en el trazado y hasta hace unos días sólo contaban con dos en los que depositar las bolsas de basura, cada uno en las calles de origen y final. Ahora, éste último ya no está. Los vecinos aseguran que con el cambio de los nuevos depósitos a cargo de la empresa concesionaria municipal no se ha repuesto el del punto más utilizado. La basura se acumula ahora en esa esquina porque el contenedor más próximo queda 100 metros más allá, al final de la calle Natividad. Un mundo para muchos vecinos con movilidad reducida.

"Aquí viven muchas personas que son viejitas y no pueden ir lejos a tirar la basura. Muchas tienen problemas para moverse", corrobora Juan Ramón Lérida, vecino de la calle Cristo.

Ana Fornieles es una de ellas. De avanzada edad y con dos operaciones en una pierna, se ayuda de un andador para desplazarse por la calle. "Voy con todo el trabajito", confirma desde el umbral de su casa. "Llegar hasta allí se hace un mundo y ahora que no hay contenedor se está dejando la basura en el suelo desde hace dos o tres días", explica.

El problema viene de lejos. María del Carmen García, que vive en la calle de al lado, Miguel Hernández, apunta que la falta de contenedores ha sido una constante en el barrio en los últimos años. "Sólo hay dos en la avenida. Hay quienes acumulan las bolsas durante dos o tres días y luego las llevan hasta un contenedor en un carrito de supermercado. Es insuficiente lo que tenemos, y si lo denunciamos parece que estamos mendigando", explica María del Carmen.

Pero el de los depósitos no es el único problema. La limpieza deja mucho que desear para los vecinos. "Es indignante", afirma Juan Ramón Lérida. "Los basureros no vienen a recoger lo que hay en el suelo. Hay zonas con desperdicios llenas de ratas al lado de las casas y escombreras sin recogerse hace años. Esto da asco. La hierba crece y no la quitan ni fumigan, y ahora tenemos el problema de las garrapatas y de los mosquitos. Los niños no pueden estar a partir de las ocho de la tarde en la calle para no volver a casa llenos de picaduras. Llevo 25 años viviendo aquí y la situación no mejora. Parece que estamos en la miseria y también pagamos impuestos. Lo hemos denunciado muchas veces al Ayuntamiento y no han hecho nada. Esperemos que ahora empiecen a atendernos", explica Lérida.

Matías Lazo, presidente de la asociación de vecinos Marismas del Odiel, confirma que las deficiencias "vienen de mucho tiempo atrás", en el que "hemos reclamado más limpieza para el barrio". "Vamos a darle ahora un voto de confianza al nuevo alcalde a ver si aporta soluciones", asegura.

Entre farolas que no funcionan y postes eléctricos inestables, con cables desprendidos casi al alcance de los niños, el deseo entre todos los vecinos es unánime: "Necesitamos que se arregle ya el tema de las casas de la Junta. Llevamos muchos años esperando. Todo será mejor con ellas".