"Siempre me ha gustado trabajar con los chavales" dice Manolo, un joven educador social. Se trata de una profesión joven y con muchos campos de actuación, pero que tiene como uno de sus principios la intervención directa con las personas.

Señala que su campo de actuación se centra "en grupos reducidos de chavales, que normalmente vienen de familias desestructuradas, o que al núcleo familiar le falte el padre o la madre, o éstos están en la cárcel o los jóvenes tienen absentismo". Manolo comenta que un educador social "nace y se hace", y que se trata de una labor "muy complicada" en la que se debe ser "muy profesional y muy paciente". De esta manera, piensa que "hay que tener una mente abierta, porque creo que los educadores sociales somos jóvenes emprendedores e inconformistas", cuya característica principal debe ser "que no nos conformemos con lo que nos da la sociedad, sino siempre pedir más, más y más, abrir la mente a la gente para que sea capaz de ver más allá de lo que hay".

Junto a esto, señala que, a pesar de que un individuo solo no puede cambiar la sociedad, su visión del educador social es también la de una persona que cumple una función de "defensa" para que nadie controle la vida de los demás, sino que cada uno pueda "defender su valores, sus propias convicciones, sus ideas e ideales, y todo ello respetando a los demás". Uno de los lugares en los que ha trabajado, como parte de su formación, es su antiguo instituto, el 'Pintor Pedro Gómez', en el que trabajó codo con codo con los que hace pocos años fueron sus profesores, los cuales le "ayudaron muchísimo", proporcionándole "una confianza enorme a la hora de trabajar".

Entre sus aficiones, destaca el mundo de lo audiovisual. "Siempre me ha gustado mucho el tema del montaje, estar detrás de la cámara", y piensa que este campo también tiene relación con su actividad profesional. En este sentido, comenta que "hoy el mundo del cine está enfocado a lo social", y que con esta herramienta puedes denunciar aspectos como "la desigualdad o la marginación".