Cáritas detectó en 2013 un aumento de los asentamientos chabolistas en dos aspectos: en número y en cronicidad, ya que antes había campamentos de cien personas en verano y ahora los hay de hasta más 700 personas que vienen para quedarse.

Según explicó Julio González, la organización católica baraja "cifras de 2.500 personas", con la "imagen negativa" de la provincia que ello conlleva pero, al mismo tiempo, haciendo hincapié en "la preocupante situación de exclusión total y absoluta que sufren estas personas".

Por ello, Cáritas ha puesto este fenómeno en conocimiento del Defensor del Pueblo, la Junta, la Diputación y la Subdelegación, al ser un problema a tratar de manera transversal y que "no debe ser atajado de una forma simple".

"Es una cuestión compleja para tratar de forma compleja. No vale ningún tipo de atajo y, más aún, cuando se trata de la dignidad de estas personas que están altamente vulneradas en todos los aspectos: sanitario, alimenticio, higiénico y de vestimenta", señaló.

El chabolismo y la infravivienda son propias de la zona de exclusión detectada por Cáritas, área en la que se sitúan las personas sin hogar, los inmigrantes en situación irregular, las mujeres explotadas sexualmente, la prostitución, las personas presas y ex reclusos o las personas con problemas de salud mental.

En cuanto a los problemas observados por Cáritas en la zona de vulnerabilidad, las familias están desestructuradas, hay inestabilidad laboral, existe una fuerte dependencia de las ayudas públicas y privadas, hay problemas de acceso a la vivienda, absentismo escolar o consumo de sustancias adictivas. "Ya hemos denunciado que el paro juvenil lleva a una zona de vulnerabilidad a muchos de los jóvenes que tenemos. Esa generación Ni-Ni se ha convertido, por desgracia, en una generación en la que se ha cronificado bastante porque no tiene salida hacia otros temas laborales".