Huelva

Huelva acude a la presencia del Cautivo

  • Once imágenes fueron expuestas ayer en solemne besapiés en un día de íntima devoción

Que la devoción al Cautivo es una realidad cada primer viernes de marzo es algo indiscutible. Se trata de una devoción íntima, marcada por el recogimiento que llenó muchos templos de la ciudad de un buen número de personas. Un total de once imágenes fueron expuestas en solemne besapiés. No queda más remedio que iniciar el periplo de esta jornada cuaresmal en San Pedro. El irregular porche de la parroquia mayor no fue obstáculo para que fieles de todas las edades se acercaran a la venerada imagen que saldrá en vía crucis el próximo lunes, a las 20:30.

Imágenes parecidas se repetían en la Concepción. El Nazareno, presidiendo su capilla, recibía de manera reiterada el cariño y el reconocimiento del buen número de fieles que tiene en la ciudad. La sencillez de un beso o del paso de una estampa o un pañuelo encerraba un enorme significado y más aún si cabe, en unos tiempos donde las súplicas se multiplican.

Momentos parecidos se vivieron en San Sebastián con el Señor de la Victoria; en El Carmen con el Señor del Prendimiento, en la capilla del Calvario o en el Polvorín ante el Señor de la Humildad, expuesto en su capilla delante de la Virgen de la Victoria. La jornada también tuvo un significado más que especial en La Hispanidad, donde el titular de la cofradía del Lunes Santo volvió a recibir la entrega que le demuestra esta zona de la ciudad.

En Las Colonias, por su parte, el Señor de la Lanzada contó por la tarde, con la escolta de un piquete de la Banda de la Salud. La misma devoción se vivió en La Merced, ante el Señor de las Cadenas y en las Agustinas, con el Señor de la Redención.

Otro lugar en donde el cautivo recibe el fervor de los fieles todos los días del año es en la iglesia del Rocío. La imagen, sacada de su capilla habitual, fue situada en el centro de la nave del templo. También aquí el flujo de fieles fue incesante hasta la celebración de la misa. Se repitieron las escenas de fervor respetuoso e íntimo que se plasmó en algunas ocasiones, en sendos ramos de flores presentados por los fieles.

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