"Hay muy buen ambiente hoy, ¿no?". La frase provino de una aficionada que asistió a su primer encuentro de la temporada en el Nuevo Colombino. "Pues es de las peores entradas de las últimas semanas", le respondió su acompañante. La conversación que se oyó en los pasillos del Nuevo Colombino bien podría definir la realidad del Decano. Un equipo instalado en la excelencia al que su propio éxito lo mantiene en un elevado nivel de exigencia. En realidad hubo 7.761 espectadores en las gradas del recinto albiazul.

La entrada habría llenado titulares y provocado cohetes en la zona noble del estadio. Ayer resultó una afluencia menor... Peajes de acostumbrarse demasiado pronto a lo bueno. El liderato es una rutina dulce que acaba distorsionando. Ayer el Nuevo Colombino presentó una asistencia mejor que la de cualquiera de las dos últimas campañas. Casi hubo 8.000 espectadores. Y parecieron pocos. La imagen de las gradas con 11.000 onubenses contra el Deportivo de la Coruña es un lujo que no puede repetirse todos los domingos.

El Decano cedió ayer el liderato precisamente a manos de los deportivistas. En la jornada quince ser el segundo clasificado casi pareció más un consuelo que un premio. Probablemente en agosto quien afirmase que hoy la clasificación sería esa tendría que aguantar la sorna del colectivo.

El Recre se encuentra inmerso en un bache de resultados más que de juego. No fue peor que el Eibar, del mismo modo que no lo fue ante el Deportivo, aunque acumula dos derrotas consecutivas en el Nuevo Colombino. Está viviendo su particular noviembre negro. Ha sumado un punto de doce posibles, aunque ello no le ha impedido perder su plaza en la zona de ascenso directo. Es más, mantiene una renta de cuatro puntos sobre el séptimo, que es el Numancia, su próximo rival.