Andalucía

La revolución de las ideas aterriza en Granada

El enojo del padre fue mayúsculo cuando comprobó que no paraban de llegar a casa cupones descuento de productos para embarazadas. Harto de que la empresa desbordara su casa con esta publicidad, llamó a la compañía para mostrar su descontento. ¿Acaso están incitando ustedes a mi hija a que se quede embarazada?, les preguntó. La empresa sólo pudo excusarse. Unos meses más tarde era el padre el que llamaba a la compañía para pedirles perdón. Su hija estaba embarazada. ¿Cómo había conseguido saber la empresa antes que el padre que la joven iba a ser madre? El sistema informático de la empresa detectó una correlación similar en todas las embarazadas que gira en torno a una docena de productos. En los tres primeros meses, todas compran determinadas cremas y perfumes y luego se suceden el resto de productos.

Con este ejemplo, el experto en datos e inteligencia artificial de la Universidad de Granada Francisco Herrera explicó ayer hasta dónde puede llegar el poder de los datos cuando se transforman en conocimiento. Lo hacía en el Centro Cultural Caja Granada, en el marco del Campus Aquae, una iniciativa de la Fundación del grupo Agbar que reunió a cerca de 800 personas en torno a la innovación, la robótica y la inteligencia artificial. El objetivo: salir del auditorio no con respuestas, sino con "más y mejores preguntas".

Y para demostrar que no hablamos de ciencia ficción, la sesión de apertura estuvo presentada por el matemático y divulgador científico Eduardo Sáez y Tiago Pal, un robot humanoide que hizo las delicias de los asistentes. "Fijaos si es importante la inteligencia artificial... ¿Cómo le callarías la boca a tu cuñado si no tuvieras internet en el móvil?", relataba en clave de humor.

Pero el futuro va más allá, es imparable y avanza a una velocidad de vértigo. Basta con pensar que cada año almacenamos los mismos datos que se habían producido en toda la historia, o que en Europa se destruirán cinco millones de empleos hasta 2020 reemplazados por la inteligencia artificial. Pero démosle la vuelta a la tortilla: España necesitará en los próximos años más de 60.000 profesionales especializados en Big Data. Por eso, todos los ponentes de la jornada insistieron al auditorio (formado por cientos de universitarios) en la necesidad de formación, en la necesidad de conjugar el binomio talento e innovación para encontrar nuevos nichos laborales.

Elena Arrieta, periodista especializada en Economía e Industria TIC, apuntaba algunos datos: el 99% de los vendedores y dependientes tienen la posibilidad de ser reemplazados en unos años por robots, el porcentaje baja hasta el 54% en el caso de los economistas y hasta el 17% en el caso de los bomberos. ¿En qué trabajaremos entonces en el futuro? Para Arrieta, la clave está en labrarse un perfil digital y en la capacidad de adaptación al cambio: "Las oportunidades se disparan en el momento en que el talento puede venir de cualquier parte del mundo".

Pero, lejos de quitar el empleo, la robótica puede ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas. Ramón Sangüesa, investigador en inteligencia artificial, reconoce que la "creatividad humana es más maquinal de lo que parece y la artificial más humana de lo que creemos". Sólo hay que pensar en la realidad virtual. Puedes estar sentado en la butaca más cómoda del mundo, pero si te ponen en unas gafas de realidad virtual un sitio incómodo, escarpado y peligroso, cuando te quites las gafas verás que estás físicamente cansado, sin haberte movido de la butaca. José Valenzuela, experto en literatura, neurociencia y realidad virtual, habló de la capacidad del cerebro para "crear historias" y así entender el mundo en el que vivimos. Sólo así se explica que cuando uno está leyendo pueda llorar si el personaje llora, aún sabiendo que el personaje es realmente una línea de tinta sobre papel.

En un plantel de ponentes redondos no faltó el premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, Richard Ford, quien saludó a los asistentes al Campus desde Oviedo y agradeció a la Fundación su participación en el impulso de su candidatura.

Pero la robótica está más cerca de lo que pensamos: zapatos que se atan solos los cordones, sillas que se recolocan debajo de las mesas y robots que recurren las multas. La inteligencia de silicona viene pisando fuerte y no parece dispuesta a parar. "Estaremos más a salvo si la ciudadanía debate estos temas. No tenéis excusas para no aprender", cerró Antonella Broglia.

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