La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El poder vertebrador del Rocío

Nada nos une más de forma tan hermosa e indiscutible, nada nos pone de más acuerdo y trasciende fuera de Andalucía Zapatero se queda sin un gran premio Arrepiéntete y cree en el sanchismo, Pepote

Rocieras.

Rocieras. / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

Decía Isabel Cabrera, directora adjunta de la Radio Televisión Pública de Andalucía, vulgo Canal Sur, que “los jóvenes están acabando con los prejuicios entre las provincias”. Se trata de un tesis que también defiende el sociólogo Michavila. Hay muchos jóvenes a los que Franco, ETA, Induráin, Butragueño, Felipe González o la Perestroika les suena a música celestial. No es para celebrarlo, pero es una realidad que se comprueba en demasiadas ocasiones. El mundo va demasiado rápido como para levantar esos muros a los que alude irresponsablemente el presidente del Gobierno. Siempre hay que tener esperanza en un mundo mejor, con menos supremacismo, menos independentismo, menos nacionalismo empobrecedor y excluyente y menos crispación. Necesitamos que la sociedad sea vertebrada por factores positivos, que nos unan valores enriquecedores, no de enfrentamiento. Dicen que Europa está unida por el Camino de Santiago, las becas Erasmus y la Champions. ¿Y Andalucía, región con ocho millones y medio de habitantes, ocho provincias y más de 700 kilómetros de costa? Estos días se ve con claridad que nada vertebra más la gran región que el Rocío. Aúna fe, fervor, sacrificio, alegría, baile, cante, cultura, naturaleza, convivencia, familia... Y cientos de pueblos donde miles de personas se preparan para acudir al mismo sitio cruzando carreteras, campos, cascos urbanos, ríos y hasta terrenos de un parque natural.

Nada vertebra más Andalucía que la devoción a la Virgen del Rocío, que ha despertado el interés de un Papa y de antropólogos, de poetas y de meros observadores, que ha convencido a quienes creían que lastraba Andalucía y acabaron bautizados en el Quema. Pueden buscarle todos los defectos, su lado rosa y alimentar perspectivas banales, pero la romería los cuenta por siglos y pone de acuerdo a gente muy diversa y, por supuesto, trasciende Andalucía. Nada más precioso que esa carreta de Canarias adornada con plátanos. El Rocío une y echa por tierra esos prejuicios. Un recorrido por la preciosa aldea sirve para confirmar la convivencia de tantísimos pueblos tan lejanos y diferentes. Nadie ni nada consigue tanto poder de convocatoria. Muñoz y Pabón impulsó la coronación que presidió el salmantino cardenal Almaraz, el catedrático Murga definió el Rocío como un camino de canciones y Ramón León sacó toda la luz de los surcos de la peregrinación en libros de insuperable belleza. Parte de la mejor Andalucía está en el Rocío. Y quizás casi el único eje vertebrador.

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