Gente Inteligente

La asertividad nuestra de cada día: el poder de hablar claro

Una familia frente a un ordenador.

Una familia frente a un ordenador. / M. G.

Yo, de natural, no soy demasiado asertiva, más bien invasiva. Lo confieso. Tengo que entrenarme, y cuanto más me relajo, más me puedo dejar llevar por mi impulsividad. De hecho, es con la gente de más confianza con quienes menos asertiva soy, porque es cuando las conductas están más automatizadas y son menos conscientes. ¿Te pasa a ti algo parecido?

La comunicación asertiva es la que se caracteriza por ser directa y honesta, en un perfecto equilibrio entre el respeto por ti mismo o por ti misma y tus necesidades, y por las necesidades de las demás personas. Es, por tanto, la comunicación que implica expresar tus pensamientos y emociones de forma clara y tranquila, sin miedos, sin matices, sin estridencias. Eso puede ser todo un desafío en el entorno más cercano, especialmente porque la comunicación suele ser más emocional y los conflictos se sienten más personales.

Sin embargo, es precisamente el ámbito de la confianza donde la comunicación asertiva es una herramienta esencial para fortalecer nuestras relaciones y mejorar nuestra salud mental. Y lo es, porque los otros estilos de comunicación, como son el pasivo o el agresivo, tienen costes emocionales en nuestro entorno mucho más altos.

Aquí te sugiero algunas tácticas asertivas perfectas para ser aplicadas en tus círculos de confianza.

Expresa tus sentimientos con claridad. En el ámbito familiar o entre amistades es más importante si cabe ser honesto u honesta sobre tus sentimientos. Usa frases que comiencen con "me siento" y habla abiertamente de tus emociones.

No uses las criticas solo para desahogarte. Cuando necesites hacer una crítica, hazlo de manera que fomente un cambio positivo. Por ejemplo: "me gustaría hablar sobre cómo podemos mejorarla forma de organizar los eventos familiares, para que nadie se sienta fuera”.

Es fundamental definir límites claros, incluso con las personas más cercanas. Esto incluye saber decir "no" cuando algo no te parece bien o compromete tu bienestar. Explicar tus razones de manera serena ayuda a tu gente a entender y respetar esos límites tuyos.

Aborda los problemas cuando son pequeños. No te esperes. Habla de esos problemas con las personas implicadas cuando aún son manejables. Evita que las situaciones se vuelvan más difíciles de resolver con el tiempo.

Y siempre, siempre, mantén el sentido del humor. El humor con cariño aligera las conversaciones que se vuelven tensas.

¡Ah! Y recuerda practicar todo lo que puedas. Mejor, al principio, en situaciones de bajo riesgo, como haciendo una reclamación de un servicio defectuoso, cambiando el pedido en un restaurante o expresando una preferencia personal en tu grupo de amistades para el plan del fin de semana. Entrena todo lo que puedas, porque cuanta más asertividad, más autoestima, relaciones más sólidas, y mejores ‘vibras’.

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