Sucesión en el psoe

El PSOE elige hoy a un líder incierto para una fase crítica

  • Pedro Sánchez parte como favorito frente a Eduardo Madina, aunque la opinión de los cerca de 198.000 militantes no ha sido contrastada aún.

Casi 198.000 militantes socialistas eligen este domingo a su nuevo secretario general, un líder incierto para el momento más crítico de los últimos 40 años del PSOE. Un líder que, a pesar de los problemas trascendentales a los que se enfrenta España de modo inminente, deberá resolver primero un calendario interno endiablado. Un calendario ensimismado. El PSOE se ha envuelto en su bandera mientras Cataluña amenaza con la secesión, la izquierda se alborota y el país estrena un nuevo rey. Se llame Eduardo Madina, Pedro Sánchez o José Antonio Pérez Tapias -los tres candidatos-, su liderazgo comenzará amenazado. Si falla, por no estar a altura del momento político o por las propias trampas internas, la presidenta andaluza, Susana Díaz, será el último cartucho que le reste al PSOE. La sevillana ha optado por apoyar a Pedro Sánchez, pero ésta es una alianza coyuntural, casi forjada por la casualidad, más por la enemistad con Madina que por la afinidad con Sánchez.

En Andalucía, pueden votar hoy cerca de 49.000 militantes, entre los propios y los desplazados por causas de las vacaciones. Los colegios, que se han instalado en las casas del pueblo y en las sedes, estarán abiertos hasta las 20:00. Sobre las 22:00, Ferraz anunciará al secretario que sustituirá a Alfredo Pérez Rubalcaba. Y le costará: a esa hora, el país estará más pendiente de la final del Mundial de Fútbol que de el resultado socialista. No se han hecho encuestas sobre el cuerpo electoral -la militancia-, aunque Pedro Sánchez parte como favorito. Tampoco se vislumbra cuál es la participación, pero si apenas llega al 60% se demostrará que la militancia socialista guarda poco interés por los métodos de democracia directa, por el lema de un militante, un voto, que Eduardo Madina consiguió imponer, y a la que se ha apuntado todo el partido para celebrar estas elecciones que no figuran en sus estatutos.

En teoría, el líder que hoy salga de estas urnas debe enfrentarse a finales de julio a un congreso extraordinario para componer su Ejecutiva; a unas elecciones primarias en octubre para elegir candidatos a las alcaldías y a casi todas las comunidades autónomas, y a otras primarias en noviembre para seleccionar al candidato a la carrera de la Moncloa, una reválida en toda regla que coincidirá con el referéndum independentista de Cataluña. De los tres candidatos que optan hoy al liderazgo, sólo José Antonio Pérez Tapias, el mayor de ellos, de 59 años frente a los 38 de Madina y a los 42 de Sánchez, ha propuesto un nuevo modelo de partido que fulmina parte de este calendario: sólo quiere ser secretario general, no candidato a la Moncloa, lo que, a la vez, resuelve un problema, pero provoca otro: una bicefalia que no se encuentra en el ADN del PSOE.

Varios de los colaboradores de Pedro Sánchez le han pedido que convoque todas las primarias -la de las locales y la generales-, a la vez, en septiembre u octubre, de modo que rompa ese nudo gordiano interno que el PSOE ha entretejido, pero el candidato quiere esperar al congreso y a saber con qué equilibrio de fuerzas se encuentra en su dirección.

La campaña concluyó ayer sin que los candidatos hayan sabido marcar diferencias sustanciales. Eduardo Madina, criado políticamente en la dirección de Ferraz y del grupo parlamentario en el Congreso, ha tratado de demostrar que su contrincante, Pedro Sánchez, representa al oficialismo. El vasco ha hecho una campaña a la ofensiva, tocado quizás porque Pedro Sánchez casi le dobló el número de avales recogido. Éste se presenta, a su vez, como la renovación, como el símbolo del tiempo nuevo, aunque también es fruto del aparato madrileño del poder socialista. Sánchez cuenta con el apoyo de Andalucía; al menos, de su dirección, y es el favorito. No obstante, la opinión de la militancia no ha sido contrastada, ni los actos de cada candidato muestran mucho sobre ello. Madina está situado más a la izquierda que Pedro Sánchez, que es un socialdemócrata más clásico en su pragmatismo. Pero ambos han limado tanto sus perfiles para ganar electores, que han conseguido que, salvo por el físico, y ambos son altos, guapos y morenos, parecen clones de una misma cepa.

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