MB Fashion Week NY

DelPozo

La colección de Delpozo es una propuesta casi museística inspirada por los pintores Rhys Lee y Andrey Remnev y que muestra sofisticadas campesinas rusas con juegos volumétricos, toques flúor y terciopelo.

El desfile de la firma española Delpozo sigue subiendo su ya de por sí altísimo listón cada seis meses en la Gran Manzana con colecciones para paladares educados, en las que el tiempo discurre más despacio, las telas cobran vida propia y las modelos tienen algo de inerte.

Font, que acostumbra a buscar referentes en genios ocultos de la pintura, se ha dejado sorprender en los últimos seis meses por el pintor australiano Rhys Lee, del que destaca "un punto siniestro pero muy colorista", y por el ruso Andrey Remnev, cuya afiliación al Prerrafaelismo en el nuevo milenio conecta con el espíritu romántico y vanguardista de Delpozo.

"Intento no pensar en otras épocas, intento ir más allá. Puedes tener algún tipo de referencia pero siempre miramos al futuro, tanto en texturas como en volúmenes y tejidos", dice Font en una entrevista con Efe.

Sobre la pasarela blanca, árboles desnudos del mismo color. Una estepa minimalista que congela a las modelos, ataviadas con un pañuelo campesino en el pelo que se dispara hacia el cielo, que tienen en sus delicados vestidos flores escarchadas y apuestan por voluminosas faldas.

Luchan contra esa frialdad con colores fuertes. Primero fosforescentes, luego la paleta se va suavizando hasta llegar al color carne, mientras las telas, por su parte, comienzan a hacer virguerías, a atrapar los cuerpos en armazones exquisitos.

En esta ocasión, el tejido protagonista es el terciopelo. Ora en su versión tecnológica, cómoda y flexible para el día, ora en su versión tradicional, suntuosa y elegante.

Completando el trío, el terciopelo de seda o "devoré" emerge en la noche como lienzo para apliques, brocados y flores hechas pétalo a pétalo en el taller. Y es que Font utiliza los tejidos para pintar sus propios cuadros. Hugo Boss, en su segunda temporada bajo la batuta de Jason Wu, ofreció, en cambio, una colección de corte mucho más terrenal y pragmático, en la que cataloga a la mujer como una "belleza industrial".

El alfa fue un vestido de oficina con abrigo a juego en gris y el que puede ser ya llamado "naranja Hugo Boss". El omega traje negro de satén con cierre cruzado y doble línea de botón.

Lo industrial fue por el tono férreo que marcó la colección, por el predominio de grises (siempre en bicolor en oscuro con naranja y en claro con azul vaquero) así como las costuras vistas, que transmiten una belleza en pleno proceso de producción.

Afiliado a la sobriedad, Wu introdujo un plus de sofisticación al poner guantes largos de día y, sobre todo, al llegar la noche, que hace subir muchos enteros a la colección con tres elegantísimos vestidos metálicos que, sin ser nada opulentos, se ganaron una merecida ovación del respetable, entre el que estaba la actriz Julianne Moore.

La opulencia, en cambio, sí que fue abrazada por Michael Kors en una colección invernal forrada de pieles no solo en los voluminosos abrigos, sino en estolas que permitan a la mujer llevar sus famosos bolsos aun cuando las temperaturas sean gélidas y, como apuesta puntual para esta colección, en los cuellos de muchas de las prendas.

El rey midas de la moda neoyorquina, en tonos rigurosamente otoñales, sigue explorando sin riesgos y sin complejos lo que se traduzca en éxito de ventas. Y cuantos más complementos haya en el estilismo, mejor cuadrarán las cuentas.

Cualquier mujer que apuesta por sus diseños tiene la garantía de que aportará saber estar allá donde vaya, bien opte por unos abrigos largos, por jerséis camel con el cuello de la camisa visto, por una de sus faldas de flecos, sus vestidos de transparencias o sus trajes con aplicaciones de cristal.

EFE

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios