Cádiz

Aquel verano de 1981

  • El divorcio que viene y el que vendría: se casa Carlos con lady Di

Carlos de Inglaterra y Diana Spencer tras su boda.

Carlos de Inglaterra y Diana Spencer tras su boda.

Dos hechos matrimoniales de gran calado nos van a llegar en julio del 81. El primero es que nos podemos divorciar. Sí, al fin. Fernández Ordóñez, que dimite sólo unos días después, aprueba la ley del divorcio. Lo había descirto muy clarito Rafael Azcona en el guión de una película que fue un pelotazo, El divorcio que viene, donde José Sacristán, casado con Amparo Soler Leal, se enamoraba de Mónica Randall, que era la mujer de su mejor amigo, José Luis López Vázquez. Por entonces, media España estaba enamorada de Mónica Randall, una de las reinas del destape, del que luego diría que era "una gilipollez de la época". Vista hoy la película, que fue un éxito de esos que Pedro Masó fabricaba como churros al hilo de la actualidad de la Transición, no vale nada, pero los españoles la miraban con ojos soñadores. Ozores, que era un lince, estrenó ese mismo verano, por cierto, Qué gozada de divorcio. ¿Con quién? Acertaron: con Esteso y Pajares. Julia Ibars , una santanderina, fue la primera en divorciarse nada más salir la ley de un modelo que exhibía los calzoncillos Jim en los anuncios de prensa. Hoy, los españoles nos divorciamos más que ninguno, tenemos la tasa más alta de Europa y lo hacemos 400.000 veces al año. Todo un éxito.

Diana Spencer no conocía de nada a Julia Ibars y quizá no le hubiera venido mal conocerla, ya que ella ni siquiera se iba a cazar con un modelo de calzoncillos. De hecho, a Carlos de Inglaterra unos slips Jim tenían que quedarle como a un Cristo dos pistolas, pero tenía una cosa que no tenía el marido de Julia Ibars: era príncipe, es verdad que un príncipe que, al paso que va, no va a ser rey en la vida, pero no todos los días una se casa con un príncipe. Por si acaso, no sé si barruntando el asunto, los reyes de España , que estarían en Mallorca, excusaron su ausencia con las excusas que se suelen poner para las bodas: el viaje de luna de miel de los recién casados a Gibraltar. ¿Quién no ha dicho alguna vez eso para ahorrarse un bodorrio? No se sabe cómo les iría en el hotel Rock, pero desde entonces se hicieron la vida imposible a ellos mismos, a la reina y a la reina madre. El desenlace ya lo trataremos unos cuantos veranos más adelante.

Pero siendo estos hechos influyentes en nuestras vidas en mayor o en menor medida, lo que de verdad nos iba a cambiar la vida -originando, por cierto, muchos más divorcios a la larga- , es la noticia anunciada por IBM aquel 12 de agosto de 1981. Se lanzaba al mercado el primer ordenador personal. La informática dejaba de ser una ciencia oculta, aunque tardaría mucho aún en llegar a los hogares españoles. Pero ya nada volvería ser lo mismo. Fernández Ordóñez, Lady Di e IBM marcaron ese verano un nuevo tiempo. Los calzoncillos Jim no tanto.

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