Más que mascotas

Leishmania: ¿qué debo saber?

  • Los tratamientos actuales hacen que un animal con la enfermedad pueda hacer vida normal

  • Hay que acabar con el mito de que una mascota con el parásito puede contagiar a otra en casa

La mayoría de nosotros conocemos ya la leishmania o, al menos, hemos oído hablar de ella. Hoy queremos contaros un poquito más acerca de esta enfermedad para que tengáis información veraz, ya que a veces tenemos implantados mitos falsos que derivan en abandono de animales o ideas muy equivocadas por mala información.

La leishmania es una enfermedad parasitaria que es transmitida principalmente al perro, aunque también se diagnostica en gatos, mediante la picadura de un mosquito. El mosquito debe picar a un animal infectado; en el mosquito, una vez ingerido el parásito, éste realiza un ciclo, y cuando el mosquito vuelve a picar a otro animal, le inocula el parásito, pasando ya al torrente sanguíneo del nuevo huésped. De esta forma se produce el contagio.

Entonces es importante en este punto hablar de lo difícil de la transmisión entre dos perros que convivan juntos en el mismo hogar. Para que se dé ese caso, el mosquito debe picar a nuestro perro infectado con leishmania; las leishmanias harán después un ciclo desde el intestino a la boca del mosquito (ciclo que dura de 4 a 20 días) y, luego, ese mismo mosquito ha de picar a nuestro otro perro. ¡No es tan fácil! Por eso no debemos tener miedo de que nuestros perros convivan juntos.

Aquí queremos mencionar la reticencia de ciertas personas a adoptar un perro con leishmania por miedo a que sus otros animales puedan enfermar. Nunca dejes de darle la oportunidad de un hogar a un perro que lo necesita por falsos miedos. Como habéis visto, el riesgo de transmisión es prácticamente inexistente. Informaos bien antes de tomar ese tipo de decisiones, por favor.

También hay que aclarar que la transmisión a las personas es prácticamente imposible, por lo que no lo vamos a desarrollar.

Los síntomas que podemos notar en un perro con leishmania son múltiples y muy diferentes, ya que puede afectar a nivel cutáneo o a nivel visceral; es decir, que podremos ver desde heridas en la piel, en los ojos, orejas… a pérdida de peso, cansancio, cojeras, inflamación de ganglios…

La leishmania es un parásito que puede afectar a prácticamente todos los órganos: riñones, bazo, hígado… por lo que debemos estar atentos a síntomas asociados a fallo renal o hepático, como vómitos, diarreas, sangrado nasal…

La leishmania puede ser diagnosticada mediante serología o PCR. Éste nos aportará más información, ya que nos indicará la carga parasitaria que tiene nuestro animal y, de esta manera, podremos enfocar el tratamiento de la mejor manera posible.

Si la carga parasitaria es elevada, nuestra mascota necesitará tratamientos para intentar eliminar la mayor cantidad de parásitos de su organismo, de manera que tengamos una carga baja y, con la administración de otro tratamiento, consigamos que estos parásitos se repliquen lo más lento posible. Es decir, nuestro objetivo frente a la enfermedad es bajar carga parasitaria y evitar la replicación.

Existen diferentes tratamientos que podemos utilizar. Será tu veterinario quien elija el mejor protocolo para tu compañero.

Siempre es necesario, antes de iniciar un tratamiento frente a la leishmania, conocer el estado interno del animal mediante hemograma y bioquímica. Así sabremos si hay anemia grave o no, si existe fallo renal o hepático… Todo esto influirá en cuál será el tratamiento más adecuado para nuestra mascota, que será la base de su recuperación.

Hoy en día, con los tratamientos de los que disponemos, el pronóstico de los animales con esta enfermedad es muy bueno, ya que hacen vida completamente normal. Eso sí, insistimos: un diagnóstico a tiempo es fundamental para una buena recuperación.

También cabe mencionar que hay animales que son portadores de la enfermedad pero que no manifiestan síntomas. En estos casos, os recomendamos tratamiento para mantener la enfermedad a raya mediante el refuerzo de su sistema inmune y controles cada determinado tiempo para evitar problemas futuros.

Es bueno siempre mantener su sistema inmunológico reforzado para que nuestro animal esté lo mejor preparado posible para luchar contra la enfermedad, ya que las recaídas son posibles, sobre todo en determinados momentos de estrés en los que haya una bajada de defensas importante y el parásito se aproveche de esto.

Son muy importantes las revisiones periódicas de nuestra mascota. Recomendamos mínimo cada seis meses ver la carga parasitaria que presenta nuestro peludito, al igual que la extracción de sangre para valorar órganos internos y ver que todo marcha correctamente. Realizando unos buenos controles y un buen seguimiento, nuestra mascota estará a salvo.

Con respecto a la prevención, es importante que no olvidemos la aplicación de pipetas mensuales o ponerle el collar frente a la leishmania a nuestro perro. ¡Pero cuidado! No todas las pipetas ni todos los collares protegen frente a la leishmania. Asegúrate que es correcto el antiparasitario que le estás poniendo a tu mascota.

También es recomendable, de manera preventiva, realizar un test serológico una vez al año, sobre todo en zonas endémicas (como es nuestro caso en Huelva) donde hay una gran incidencia de esta enfermedad, para asegurarnos que nuestra mascota está libre de este parásito y, en el caso de que resultara positivo, poner medios a tiempo.

La prevención es nuestra mejor arma, no lo dudes.

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