Vivir en Huelva

Colmenilla, cagarria: Morchella esculenta

Estamos ante una seta ascomiceta, con el micelio tabicado, de gran popularidad en nuestra provincia pese a que es difícil de encontrar y por ello de recolectar debido a que se suele encontrar generalmente sola y camuflada entre las hojarasca debido a tener el mismo color.

Bajo este nombre se agrupan otras setas similares del género Morchella y el género Mitrofora todas comestibles aunque la calidad sea inferior según los expertos, pero con las que se deben guardar las mismas precauciones de consumo, desecado y cochura.

Presentan un sombrero hueco de forma casi esférica o cónica, con un diámetro entre seis y diez centímetros, con alveolos amplios angulosos, colocados sin orden y separados por bordes flexibles que le dan aspecto de panal o de esponja con un color muy variado que va del oscuro amarillento al pardo, que varía según el estado de humedad.

Su pie es hueco, en general más bien corto pruinoso (con revestimiento céreo en forma de gotas de agua) en la parte superior más estrecha que engrosa en la base.

Se encuentra en primavera en los terrenos de castaños y menos frecuentemente en encinares y alcornocales pero su localización es difícil por su color similar al de la hojas secas del castañar u otros árboles, esto hace que los recolectores las busquen siempre en los mismos sitios que ya conocen y que no le digan a nadie dónde se encuentran.

Se reproducen por esporas amarillentas con un tamaño de unas diez micras.

Su carne es blanca, delgada con sabor delicioso y casi sin olor y no se deben consumir si no están cocidas o desecadas y posteriormente hidratadas y cocidas, esto se debe a que en crudo o poco hechas puede ocasionar trastornos digestivos no graves, pero molestos. Bien condimentadas son excelentes.

Los expertos recomiendan desecarlas primero, hidratarlas después y finalmente guisarlas, de este modo dicen tienen mejor sabor pero lo que es seguro es que la proteína que causa los trastornos se ha destruido y no hay el más mínimo problema. De todos modos (al igual que con todas las setas) es conveniente comerlas con moderación y sobre todo no dárselas a comer a los niños (ya tendrán tiempo cuando crezcan).

Su valor energético es muy bajo unas cuarenta kilocalorías a los cien gramos y son ricas en vitaminas B, C, A y minerales como el potasio; por ello son muy aptas para dietas hipocalóricas.

Su conservación es fundamentalmente congeladas o desecadas; al ser huecas permite su desecación, bien al oreo o desecadas en túneles de desecación para verduras. Una vez secas se conservan en botes de cristal herméticos y posteriormente se hidratan para su consumo con agua y después se usa este agua para su cochura.

Su cocina es fundamentalmente:

-Rellenas: rellenas de paté, foie o carne picada.

-Tortillas: tortilla de colmenillas con cebolla o con gambas.

-Guisos: colmenillas en amarillo con atún.

-Calderetas: caldereta de colmenillas con magro y guisantes.

-Revueltos: revuelto de colmenillas con gulas.

-Plancha: a la plancha con ajos.

-Horno: gambas con colmenillas.

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