La cereza Prunus avium y su hermana la guinda Prunus cerasus, conocidas en nuestra Sierra como cereza ácida la cereza y como cereza dulce la guinda, ambas se conocen como picotas y son la frutas de dos árboles, los cerezos y los guindos, árboles del género Prunus como el ciruelo, el almendro, el albaricoque o el melocotonero. Árboles que cuando pasamos por nuestros campos, en la Costa o en la Sierra encontramos con mayor o menor profusión.
También encontramos un híbrido entre ambas que posee características de las dos en mayor o menor grado.
Quiero hacer constar que nos referimos a las cerezas y las guindas de nuestro entorno, pues en el mercado podemos encontrar cerezas/guindas de otro pagos (generalmente americanas) de los géneros Capsicum o Nothofagus similares, pero que no tienen nada que ver con unas cerezas de Aracena o del Valle del Jerte.
Son frutos carnosos, redondeados, de un diámetro y medio de dos centímetros que varía según su clase o variedad, con un color que varía según sus diversas variedades del rojo oscuro al verde amarillento, con una pulpa que también varía de color desde el rojo al amarillo, y su sabor del ácido al dulce, dependiendo de la variedad. En su interior tienen una pipa, donde se encuentra la semilla, y en los árboles se dan en racimos con un rabito alargado.
Su época de recolección es a finales de primavera hasta mediados del verano, lo que no quita que haya cerezas tempranas y tardías. Son ricas en agua con un 81% , un 1% de materia grasa, un 16% de hidratos de carbono, un 2% de fibra y setenta y dos kilocalorías a los cien gramos, así como ricas en fósforo, hierro, potasio, vitaminas A, C y B y antocianinas. Las cerezas son antioxidantes y desde hace años se usan para depurar el organismo y son capaces de neutralizar los radicales libres responsables de las enfermedades degenerativas como el alzhéimer, el cáncer o la artritis. Y ayudan a proteger complicaciones cardiacas.
Tienen un poder depurativo, sirven para eliminar líquidos al contener potasio y carecer de sodio, lo que las confiere un cierto poder adelgazante.
También se recomienda consumir cerezas a las personas con osteoporosis y las menopáusicas dado su contenido en hierro y calcio que fortifica los huesos.
No obstante no se recomienda su consumo a diabéticos por su alto contenido en azúcar e hidratos de carbono y a personas con problemas hepáticos o renales.
Su origen está en Asia Menor, en la región comprendida entre el mar Negro y el mar Caspio, ya los griegos la conocían y la consideraban un manjar, pero no fue hasta el siglo I en el que Roma la expande por Europa y por tanto llega a la Península Ibérica.
Su consumo es fundamentalmente:
-Frescas, lavadas como postre.
-Elaboración de licores: Kirsch o Marrasquino.
-Mermeladas.
-Conservas: cerezas al aguardiente.
-Repostería: pastel de cerezas.
-Zumos.
-Bombones: como núcleo de bombones encontramos cerezas al coñac.
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