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pilar larrondo

Al Orgullo hay que ir

Les tengo que hacer una confesión. Soy milleniall, pero sólo en el DNI. En mi corazón soy una señora de mediana edad que se pelea con la web de Renfe cada vez que tengo que ir a Madrid. Pero últimamente no hago más que aprender. Por ejemplo, el otro día me contaron lo que significan todas las siglas del acrónimo LGTBIQ+. Fue a cuenta del Orgullo, que se conmemora cada 28 de junio, pero se celebra cada vez durante más tiempo.

Este año, como seguro sabrán, en la manifestación de Madrid se ha liado parda. En vez de decicarse a bailar canciones de Madonna o de Marta Sánchez, que es la versión cañí de la ambición rubia, algunos de los muchachos presentes en las calles de la capital del reino prefierieron abuchear a Inés Arrimadas y el resto de Ciudadanos allí presente. Vale, igual fue agresivo y no hay que ser agresivo con las personas, pero yo, en parte, entiendo el mosqueo de los jovenzuelos -y no tan jovenzuelos- que estaban por allí. Es como si te invitan a una manifestación antitaurina y tú eres súper amigo de Morante de la Puebla. "Al Orgullo vamos", decía la pancarta que sujetaban los muchachos naranjas. Yo nunca he ido al Orgullo y no es por falta de ganas. Los fines de semana del verano, si puedo, me los paso en la playa al fresco. Pero cualquier año de estos me quedo para la manifestación de Sevilla o tiro hacia Torremolinos, que me han dicho que se pone muy bien. O, si puedo, subo a Madrid en uno de esos aves que me compran y me coloco una boa de plumas y una bandera arcoiris. Y además de pasármelo bien gritaré para defender a todos mis colegas que han pasado por un mal trago por sentir diferente. O a esas niñas a las que llaman machorras porque prefieren jugar al fútbol en el recreo.

Son muchos los que lo han pasado mal para que lleguen ahora los políticos y acaben con el espíritu de una fiesta que, sin dejar de ser reivindicativa, se ha convertido en un ejemplo de que España es un país del primerisimo mundo. Eso sí que me hace sentir orgullosa. Me da ganas de sacar una bandera, cantar por Fangoria y echar un cable a los gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, intersexuales, queer y todos esos que por ser diferentes han sido señalados por otros que, sin darse cuenta, son privilegiados.

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