Toros en Sevilla

Un San Miguel histórico

Fachada principal de la plaza de toros de la Maestranza Fachada principal de la plaza de toros de la Maestranza

Fachada principal de la plaza de toros de la Maestranza / Juan Carlos Muñoz

El sociólogo Pedro Romero de Solís dijo que el fue "un niño sin fiesta". Como él han estado los aficionados taurinos de Sevilla desde que la pandemia echara el cerrojo a las ilusiones de toreros, ganaderos, empresarios y espectadores. Ese cerrojo se abre hoy con la intención de no tener que volver a echarlo. Por eso sólo habrá un 60% de aforo en la plaza. Por eso las sonrisas y los enfados por una faena antológica o para olvidar estarán bajo las mascarillas. Y los aplausos estarán bañados en gel hidroalcohólico. El coronavirus es aquellas faenas que siguen en la retina: está aunque no se vea. Por eso no hay que darle la espalda al toro del Covid. No bajar la guardia y seguir ligando festejos, ferias y festivales.

El protagonismo, tras muchos meses, pasa del virus a varios. Una treintena de toreros saltarán al ruedo a las seis de la tarde hasta el próximo 3 de octubre en 14 festejos repartidos en 16 días. Un ciclo histórico por innumerables motivos. Una Feria de San Miguel que será recordada pase lo que pase. Un otoño para soñar sobre el albero. Para testar si las grandes figuras, esas que lucen en el tranvía y los carteles, mantienen su estatus. Si compensan los cientos de euros que se han pagado y se pagarán estos días para verlos frente a un toro. A ellos los acompañará una pléyade de jóvenes y veteranos para los que acudir a Sevilla es siempre una oportunidad y una responsabilidad. Y, junto a ellos, los ganaderos. Algunos por partida doble, como Juan Pedro Domecq y Garcigrande. Otros, sólo una chance de demostrar el buen trabajo en el campo: Victoriano del Río, Jandilla, El Parralejo, Santiago Domecq, Victorino Martín, El Capea, Rocío de la Cámara, Fuente Ymbro, Hermanos García Jiménez y Miura.

Ramón Valencia pasa delante del cartel de los festejos que ha programado su empresa. Ramón Valencia pasa delante del cartel de los festejos que ha programado su empresa.

Ramón Valencia pasa delante del cartel de los festejos que ha programado su empresa. / Juan Carlos Vázquez

Es decir, una feria con todo lo que ello conlleva pero sin las distracciones de los volantes y las casetas del Real, que volverán la próxima temporada. Ahora es el turno de un Morante por cuadruplicado. De ver tres veces a Roca Rey, Pablo Aguado, José María Manzanares y Juan Ortega. Un repóquer muy sevillano, cada uno a su manera. Tras ellos, en cuanto a número de tardes, El Juli, Diego Urdiales, Antonio Ferrera, Daniel Luque y Miguel Ángel Perera con dos. Con una aparición, Paco Ureña, Emilio de Justo, El Fandi, Manuel Escribano y Pepe Moral. Con Andrés Romero, Lea Vicens y Guillermo Hermoso de Mendoza a caballo. Y seis novilleros: Manolo Vázquez, Jaime González-Écija, Manuel Perera, Jaime Martínez, Calerito y Manuel Diosleguarde.

14 oportunidades de ver toros en Sevilla. De disfrutar de la élite de un arte secular en un emplazamiento que será más cómodo de lo habitual, puesto que la reducción de aforo permitirá menos aprietos a la hora de ubicarse las localidades. La Maestranza tendrá otro aspecto en sus días grandes. Más parecido al de la media entrada de los días con menos expectación. Por el momento, sólo en un festejo, el de hoy, está asegurado el lleno. En el resto se apuran las últimas entradas para acompañar a los abonados en los tendidos, a los que les ha costado el ciclo completo entre 300 y 2.000 euros aproximadamente. Las entradas, por su parte, oscilan entre 10 y 175 euros.

Colas para comprar entradas en las taquillas de la Maestranza. Colas para comprar entradas en las taquillas de la Maestranza.

Colas para comprar entradas en las taquillas de la Maestranza. / Juan Carlos Muñoz

La Feria de San Miguel será una útil prueba de fuego para saber cómo la crisis derivada de la pandemia ha afectado al mundo del toro. No sólo porque los tendidos se llenen. Sino por todo lo que la fiesta tiene y no se ve. La llegada del ciclo taurino de Sevilla supone una bocanada de aire fresco a todos los que viven, o mejor dicho, sobreviven del toro.

Desde los que despiden a las reses a las fincas, hasta los que dan la bienvenida a los clientes para almorzar antes de la corrida en cualquier restaurante del barrio de El Arenal. Unas calles que volverán a recuperar la especial atmósfera que se crea cuando es día de toros. Un aperitivo de ello son los reventas que ya pululan por las inmediaciones del coso, ofreciendo amablemente entradas junto a las taquillas. Un síntoma de la tan añorada normalidad que, entre todos, se intentará recrear estas dos semanas en el Paseo de Cristóbal Colón.

Todos han puesto de su parte para que lo impreso en carteles o folletos se haga realidad sobre la arena de la Maestranza. Y la fiesta continúe, incluidos sus detractores, a los que les tocará ver desde la barrera como Sevilla acapara los focos de la cultura internacionales durante unos días. Las miradas del panorama taurino se posan de nuevo en el centro de la capital de Andalucía para ver como hombres -y una mujer- se enfrentan a animales de cientos de kilos para el que sólo faltan unas horas.

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