Toros

Dos buenos toros de Escolar

  • Rafaelillo, Robleño y Bolívar, de vacío en un festejo que no pasa de entretenido

El matador de toros Luis Bolívar, en un muletazo al sexto toro.

El matador de toros Luis Bolívar, en un muletazo al sexto toro. / mariscal / efe

En esta semana denominada torista en Las Ventas, tras los fiascos de Miura y Saltillo, el personal acudió a la llamada de José Escolar, una ganadería del mismo encaste que Victorino Martín. Lidió un encierro, en conjunto, aceptablemente presentado y dio un juego desigual destacando el segundo por su nobleza y el encastado sexto, el más completo. La terna compuesta por Rafael Rubio Rafaelillo, Fernando Robleño y Luis Bolívar se marchó de vacío en un festejo que no pasó de entretenido.

Rafaelillo lo pasó mal con su lote. Con el incierto primero, de escaso recorrido, concretó un trasteo desigual y con muchas precauciones, mal rubricado con la espada para ser silenciado.

Al cuarto, corniabierto, de escaso recorrido, Rafaelillo lo sacó con verónicas sobre las piernas. Comenzó su trasteo con mal pie, con un desarme y no llegó a imponerse a las dificultades del astado; matando de estocada baja y descabello.

Fernando Robleño contó con el toro más potable y el más desagradable del encierro. Con el segundo, cornidelantero, que embestía bien por el pitón derecho, Robleño consiguió un par de tandas con ligazón y con muletazos suaves en una faena larga, en la que se vivió un susto de órdago cuando cayó a la arena manejando la zurda. Menos mal que el toro no hizo por el diestro, quien escuchó un aviso antes de entrar a matar, fallando con los aceros, por lo que quedó el balance en una fuerte ovación.

El quinto fue un toro que se defendió y ante el que Robleño, tras buenos lances de recibo a la verónica, hizo un gran esfuerzo sin que el público lo tuviera en cuenta. Fue silenciado tras fallar con los aceros.

Luis Bolívar cumplió ante su desigual lote. Con el tercero, de escaso brío, consiguió algunos buenos naturales, pero faltó emoción en una faena en la que puso punto final con una estocada baja.

El sexto, asaltillado, cuesta arriba, encastado, se empleó en varas y dio un buen juego. Bolívar toreó muy bien a la verónica. Y con la muleta, tras dos naturales de bella factura, dio con la distancia y logró una serie al natural. Luego, la faena descendió en intensidad, también con el toro a menos. Con la diestra hubo poco que rascar porque el astado se quedaba corto. Se tiró a matar o morir como si no llevara muleta para agarrar el triunfo y casi fue cogido a cambio de un espadazo. El toro no cayó, precisó de tres descabellos y todo quedó en aplausos de consolación.

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