Toros

Roca Rey sale a hombros en Lima en su regreso a los ruedos

Roca Rey, que reaparecía, en su salida a hombros en Lima.

Roca Rey, que reaparecía, en su salida a hombros en Lima. / Juan Ponce / Efe

Andrés Roca Rey cortó dos orejas y abrió la puerta grande de la plaza de Acho, en la primera corrida de la Feria del Señor de los Milagros que se celebra en Lima, en su regreso a los ruedos tras la lesión que obligó a cancelar su temporada española.

La más que bicentenaria plaza de Acho de Lima volvió a crujir con su torero predilecto, Roca Rey, la primera figura del toreo mundial e ídolo de la afición peruana, reapareció y triunfó, con salida a hombros incluida, en una tarde donde alternó con Enrique Ponce y Juan Serrano "Finito de Córdoba", en la lidia de ganado de El Olivar y La Viña.

Enrique Ponce se enfrentó al peor lote. El toro de El Olivar que abrió plaza, incierto, mirón y con ideas, avisó que se colaba por el pitón derecho desde los primeros capotazos.

Sin mayor trascendencia en los tercios iniciales, llegó midiendo a la muleta. En pases de tanteo se volvió a vencer con riesgo por el derecho.

Por ello, Ponce forjó la faena por el pitón izquierdo, intentando ligar los naturales a un toro probón y reservón que no tenía recorrido.

A pesar de ello, el maestro valenciano buscó entre los pitones, el triunfo que no ofrecía el animal. Una estocada baja, dejó todo en silencio.

El cuarto de La Viña, pronto y alegre de salida, fue perdiendo gas y recorrido hasta rajarse en el tercio final.

Con hambre de triunfo, Ponce brindó el toro en los medios para luego intentar el toreo fundamental, pero la sosería del animal impidió su propósito.

El astado, pronto, pero sin repetición ni entrega no permitió la gran faena que la afición esperaba. Mató de dos pinchazos y descabello.

"Finito de Córdoba" reapareció en Acho después de algunos años. Tuvo mayores posibilidades con su primero del hierro de El Olivar, que acometía con franqueza y recorrido desde los primeros lances, aprovechándolo con sendas verónicas que fueron coreadas por el público.

En la muleta el toro mostró prontitud, nobleza y obediencia que no fueron aprovechadas del todo por el de Córdoba. Destacó con buenas tandas por el pitón derecho que no fueron rematadas debidamente, mermando el ímpetu de la faena.

Por pitón izquierdo también repitió, pero sin claridad ni mejor juego. Finalizó su labor con buenos muletazos por bajo, que remató con una estocada muy caída.

El quinto de El Olivar, sin trasmisión ni recorrido no dio juego aparente.

La faena de la tarde fue la de Roca Rey con el tercero de El Olivar, abanto y de poco recorrido en el primer tercio, al que supo lidiar de salida con verónicas de buena factura. Lo dejó crudo en varas para proseguir con el quite por chicuelinas, rotundas por lo ceñidas y riesgosas, que puso al público de pie.

Ante una plaza entregada, brilló con estatutarios iniciales que fueron el mejor preludio para el toreo fundamental.

Con un temple formidable aprovecho la fuerza del animal para alargar las embestidas, redondeando series importantes por el pitón derecho. Por el izquierdo no había la misma predisposición. Faena cimentada en el valor y el temple que culmina con cambiados, estatuarios y demás adornos.

Estocada arriba que derrumba al toro sin puntillas y dos orejas indiscutibles.

Con el sexto de La Viña Roca Rey demostró su consabida calidad lidiadora y la capacidad para sacar provecho de un pozo vació. El de El Olivar, noble, pero sin fuerza ni codicia, no ofrecía posibilidades de lucimiento.

El peruano aportó lo que el toro no tenía, logrando armar series de muletazos, algunos de buena factura, a un toro parado y que eran imposibles de imaginar momentos antes.

Falló con el acero, dejando en silencio una labor que el público no supo reconocer.

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