Toros

Miranda se adueña de la tarde con dos grandes faenas en Cortegana

  • El triguereño corta las tres únicas orejas del festejo mientras que El Cid y Fandiño se van de vacío por el mal manejo de la espada

festejo en cortegana Ganadería: seis toros con el hierro de Sobral, de buena presencia, bonitas hechuras y buen juego en líneas generales. Cumplieron todos en el caballo y cuatro de ellos se fueron para el desolladero entre palmas. TOREROS: Manuel Jesús 'El Cid': silencio; saludos. Iván Fandiño: saludos; silencio. David de Miranda: dos orejas; oreja. INCIDENCIAS: entre las cuadrillas, Fernando Pereira, Manolo Contreras y Pedro Muriel, saludaron tras parear en el tercero y sexto. Iván García lo hizo en el segundo. La plaza registró una entrada cercana al lleno en tarde de buena temperatura. Miranda salió a hombros al finalizar el festejo.

Dos faenas con proyección de torero importante, de alguien que domina el escenario del albero con una soltura impropia de quien lleva apenas cinco corridas cuajadas como matador de alternativa, son el soporte preciso para explicar el por qué Miranda se llevó las tres únicas orejas de ese festejo que Cortegana acogió ayer tarde en su coqueta plaza.

El resto lo puede explicar sin demasiadas dificultades el fallo a espadas que tanto Manuel Jesús El Cid como Iván Fandiño tuvieron tanto en el cuarto como con el quinto.

Cabeza fría, valor para quedarse y mando para resolver frente a un toro, el tercero, con bastantes claves dentro como para no descuidar ni un momento la exigencia de un toro que tuvo más aspereza que los dos que le habían precedido. Surgió la faena más intensa por el pitón izquierdo de un toro que acabó venido a menos a medida que el triguereño podía con el una y otra vez.

Una estocada baja sirvió para cerrar ese primer acto de Miranda, quien volvió a dar otra tremenda lección de torería, oficio y valor frente al que cerró plaza. Una faena rotunda y maciza en la que lo fundamental no fue tener valor sino administrarlo en quedarse y ligar el muletazo, en obligar por bajo a que el toro terminara su embestida, en que no tocara las telas y encima de todo eso, en ligar los cuatro o cinco muletazos de cada serie. Parece fácil, pero hay que tener suficiente corazón para poderle a la cabeza cuando dice que te quites, y te quedas.

EL Cid tuvo que pagar la factura de un toro lesionado en el segundo par de banderillas. El animal se partió una pata al acometer un lance y la presidencia optó por dejarle en ruedo. La marimorena fue de aúpa y el sevillano pagó toda la factura de lo consumido en barra. Pena de toro, porque hechuras y comportamiento de bravo dejó en el recorrido que tuvo su lidia.

El de Salteras estropearía frente al cuarto una gran obra torera. Intensa faena por naturales, con mucha clase y belleza. Bravo y noble este de Sobral con el que El Cid mostró oficio y gusto para una faena importante que tuvo el argumento del toreo con la izquierda. El resto queda resumido en un rosario de desaciertos con la espada.

Fandiño protagonizó dos faenas muy similares en su desarrollo. Buenos principios y finales diluidos entre tropiezos y enganchones en los engaños. Fuera de toda duda la voluntad del torero. Su primero, terminó viniéndose arriba y frente al quinto, un toro a medio camino del muletazo completo, Fandiño intentó llevarse arriba una faena que había comenzado bien, pero que acabó con un animal de viaje corto y sin entrega. Al final, el diestro vasco se lió con los aceros y todo quedó en silencio.

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