Feria de San Isidro 2021

Éxitos tibios de Perera y Ureña con los buenos toros de Matilla

  • El extremeño y el murciano cortaron una oreja, mientras que Daniel Luque se fue de vacío

Paco Ureña toreando con el capote mientras mira a los tendidos de Vistalegre.

Paco Ureña toreando con el capote mientras mira a los tendidos de Vistalegre. / Zipi (EFE)

Los diestros Miguel Ángel Perera y Paco Ureña, con una oreja por coleta, tuvieron un tibio éxito con alguno de los buenos toros de los hermanos Matilla, también empresarios de la plaza, lidados en el octavo festejo de la feria de San Isidro celebrado en el Palacio Vistalegre de Madrid. La corrida, seria y ostentosamente armada, toda ella con buenas hechuras, dio para mucho. Y sobre todo, en mayor o menor medida, los cuatro toros que entraron en los lotes de los dos únicos matadores que acabaron por "tocar pelo", aunque a sus faenas les faltara un punto más para redonderse.

La de Perera al que abrió plaza, que fue la primera premiada, estuvo marcada por el concepto que habitualmente aplica el extremeño, de una gran exigencia con los astados por lo mucho que les baja la mano y les atosiga en terrenos de cercanías. Pero en este caso esa fórmula restó fluidez a los muletazos a un toro noble y claro que pedía más aire y sutileza para alargar sus embestidas. Aun así, el de Badajoz movió mejor los vuelos de la tela con la mano izquierda, por donde llegaron los mejores momentos de un trasteo que, pese a la defectuosa estocada con que lo remató, se premió benevolamente con esa primera oreja. En cambio, esas exigencias, ese autoritarismo en el trato, le hubieran venido mejor al cuarto de la tarde, un toro de pelo salpicado que embistió con un motor inagotable y cierto temperamento que solo se redujo cuando Perera, más que poderle, acabó por fatigarle en la acumulación de pases de un trasteo muy trabajado, y ante el que el público no acabó de reaccionar.

El toro de la tarde fue el segundo, que ya salió galopando con ritmo de chiqueros y no dejó de hacerlo hasta el final de una obra que Paco Ureña brindó, con todo merecimiento, a los médicos de la enfermería de Vistalegre, que tanto y tan buen y acertado trabajo llevan hecho en lo que va de feria. El torero de Murcia fue consciente de la calidad del toro ya en un templado quite por delantales, al igual que se mostró en la templada brega de Víctor Hugo, que intentó asentar y equilibrar a un animal solo lastrado por cierta falta de fuerzas en los primeros tercios. Pero, ya recuperado, el de García Jiménez rompió a embestir con mucha entrega y temple en todo su recorrido, para dejar que Ureña se gustara y se recreara en varios momentos salpicados por la faena, y en especial en los que logró adaptarse mejor, y sin brusquedades, al templado ritmo del animal. De haber mantenido esa tónica con uniformidad, le hubieran dado esa segunda oreja que le negaron. Algo similar le sucedió con un quinto que tardó en definirse pero que, en cuanto Ureña le movió los vuelos de la muleta por abajo mostró una acompasada y larga embestida por el pitón izquierdo, lo que el murciano aprovechó también de manera desigual.

El único lote deslucido y complejo le tocó a Daniel Luque, que entró en la corrida sustituyendo a Emilio de Justo tras su rotunda actuación del martes pasado en este mismo ruedo. Y fue en ese aire de sobrada capacidad como volvió a mostrarse el sevillano, que incluso logró robarle así una docena de buenos muletazos a un tercer toro reservón y a la defensiva al que mató de un estoconazo sin puntilla, sin que, extrañamente, hubiera una mínima pero merecida petición de oreja. Pero ni así fue capaz de sacarnada del serio y hondo sexto, dado a una empecinada huida hacia las tablas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios