Toros

Escribano vuela alto con ‘Aviador’

  • El sevillano, completo en los tres tercios, da dos vueltas al ruedo clamorosas y es víctima de una presidenta que deniega premio tras petición mayoritaria

  • Lidia al encastado quinto toro de una desigual corrida de Adolfo Martín

Manuel Escribano, en un pase por la espalda a su segundo toro en Zaragoza.

Manuel Escribano, en un pase por la espalda a su segundo toro en Zaragoza. / Efe

El festejo de la Feria del Pilar estuvo marcado por una injusticia presidencial hacia el diestro sevillano Manuel Escribano, al que una presidenta que se saltó el reglamento a la torera denegó el premio que solicitaba el público mayoritariamente. Ni siquiera concedió un primer trofeo que es potestad del respetable. La bronca, por ello, fue de órdago. Una bronca que ante la injusticia se repitió al término del espectáculo. En la corrida de Adolfo Martín, de desigual presentación y juego, destacó un encastado toro que saltó en quinto lugar y ante el que Escribano dio una gran medida en todos los tercios.

Ese quinto toro, serio, que cumplió en varas y embistió con prontitud, nobleza y su pizca de fiereza, ofreció vibrantes embestidas, aunque bien es cierto que con desigualdades y a menos entre tanda y tanda. Escribano se jugó la vida en una larga cambiada de rodillas a portagayola, con otra en los tercios como IVA. Toreó muy bien a la verónica. Y en banderillas cumplió un gran tercio, logrando poner al público en pie en un par por los adentros. El comienzo de faena, en los medios, resultó explosivo, alternando pases por la espalda. Las palmas echaron humo. El gerenense, en los medios y con quietud logró una serie diestra con ligazón. La siguiente, con el toro a menos, mermó en intensidad. Con la zurda dibujó buenos naturales hasta que el toro se fue quedando corto. En el epílogo cerró con un pase del desprecio fuertemente ovacionado. Mató de una gran estocada arriba de la que salió el toro rodado sin puntilla. Los tendidos se tornaron blancos con la petición de premio. Incomprensiblemente, la usía se negó a conceder trofeo alguno y el público la abroncó y entre gritos de “¡Fuera, fuera!” el sevillano dio dos aclamadas vueltas al ruedo.

Alberto Álvarez, voluntarioso, y Daniel Luque, solvente y entregado, sin trofeos

El segundo, un cinqueño bajo, corniabierto, noblón, con escaso gas, pese a que lo dejaron sin picar, Escribano toreó bien con la capa, brillando en bella media. Correcto tercio de banderillas, que no prendían por estar defectuosos los arpones. Con la derecha logró algunos muletazos estimables y mató mal.

El local Alberto Álvarez, poco placeado, derrochó voluntad ante su lote. Con el que abrió plaza, que intentó saltar al callejón de salida y resultó noblote, pero con escaso recorrido, se fue afianzando en una faena de muleta con temple y sin ligazón por las condiciones del animal. Mató de media trasera y hubo petición de oreja, quedando el balance en una fuerte ovación.

Ante el bravucón cuarto, al que no picaron y embistió con nobleza, aunque le faltó motor, Álvarez logró los mejores muletazos con la diestra para ser ovacionado tras un pinchazo y una estocada.

Daniel Luque anduvo solvente y entregado ante un lote que tuvo como denominador común sus cortas embestidas embestidas. Con el tercero, que se coló por el pitón derecho en los lances de salida y se revolvía al final de las tandas, Luque realizó un trasteo serio, meritorio, con los mejores pases por el pitón derecho, tras los que falló con los aceros.

Ante el bien armado y cinqueño sexto, demostró el buen momento en el que se encuentra. No hubo fisuras ante un ejemplar difícil porque le consintió mucho toreando en corto. Logró buenos muletazos, algunos con sabor y mató de estocada entera para ser ovacionado.

Pese a que la presidencia se cerrara en banda, Escribano voló alto en los tres tercios –su gran estocada era por si sola de premio– junto a un encastado Aviador en una desigual corrida de Adolfo Martín, con un Alberto Álvarez voluntarioso y un Daniel Luque solvente y entregado.

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