Toros

Crónica viajera de una tarde de torería en Nerva

  • Interesante mano a mano dialéctico entre Oliva Soto y Andrés Romero Encuentro con la afición nervense lleno de sensibilidad y brillantez por parte de la Sociedad Cultural de su casino

TREMENDAMENTE arrolladora esta actualidad taurina que se lleva por delante cualquier noticia, que por el más elemental motivo de la oportunidad deja de serlo. Mas sería injusto dejar en el olvido cuanto aconteció en esa Sociedad Cultural del Casino de Nerva.

Tarde viajera, con el horizonte lleno de ese compromiso de información que días después habría de llevar hasta la Maestranza a Andrés Romero.

Nerva se ha ido apareciendo poco a poco ante los ojos del periodista. Esa Nerva de tardes cuando agosto finalizaba teniendo en esa complicidad festiva de San Bartolomé, su Patrón, la razón de sentarse uno en su plaza de toros a escribir de festejos de toros, de toreros y de aficiones.

Viernes, final de semana. Acaba uno de dejar despachado, a eso de las seis de la tarde, el compromiso con dos periodistas belgas que querían saber del toro y la dehesa para contar las posibilidades de turismo de esta Huelva allá en su país.

Cansancio, pero también ilusión por apuntar en la agenda de citas la de esta Nerva de corazón minero y referencia taurina con una relevancia fuera de todas duda. El lance estaba puesto y en la ilusión que había trabajado Francisco y su gente se dejó llegar el encuentro entre dos toreros jóvenes: Alfonso y Andrés.

Uno, midiendo desde la ilusión su temporada; el otro, recién bajado de un caballo sin dejar rendijas al desaliento en ese entrenamiento profundo e intenso que necesita el éxito.

Ambos comprometidos con el aficionado. Presentes en una tertulia de pueblo, de donde siempre nació la Fiesta con más fuerza que de ningún otro sitio.

Dando la cara con quienes les habían invitado. Sin ambigüedades y disfrutando frente al aficionado. Templándose en la entrevista frente a las preguntas de la curiosidad de los muchos presentes.

Torero, Oliva Soto, para sacar a flote la intimidad de una profesión que siempre anda retándole en su afición. Humano, sensible ante el fuerte compromiso sevillano, Andrés Romero.

Intenso, Francisco, el responsable de que estas jornadas vayan ya caminando por su segunda edición, pidiendo el compromiso más definido de la gente que se supone debe seguir en la batalla y el esfuerzo de revitalizar el trabajo de Nerva por la Fiesta.

Una tarde especial, de esas que engrandecen la amistad y borran el tiempo. Ese tiempo que aún me ha conservado a Ricardo Pérez, ese amigo incondicional y afectuoso de un imberbe cronista de toros hace ya muchos años, cuando esa plaza, impresionantemente taurina, recordaba que Nerva siempre sonó a música especial de toros.

Carteles con mucha historia y protagonistas que han crecido en el tiempo. Buenas gentes de Zalamea, Valverde y aledaños de una serranía que siente intensa y cercana la Fiesta.

No, no podía dejar la ocasión de que esta crónica se perdiese en la ambigüedad del tiempo, porque si de algo esta llena es de un intenso compromiso hacia Nerva y sus gentes y a todos esos cuantos esperan que su plaza sea una realidad como se argumentó en esa tarde. La misma en la que nació la historia de un brindis de un torero a su madre en La Maestranza.

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