Cultura

Comienza la semana Domecq y ahora huele a feria en Sevilla

  • Siete ganaderías del llamado "encaste Domecq" conforman el cogollo del abono de la Maestranza · Debut no de la ganadería pero sí de Rincón como ganadero en la Feria

EL grano del abono de Sevilla y de la feria de Abril coincide con un desfile clásico: el de ganaderías del llamado encaste Domecq. Domecq de pata negra, como quien dice. Ayer abrió El Torreón, la ganadería que compró César Rincón a Felipe Lafita hace ya diez años y que está hecha sobre una base selecta de Algarra y Juan Pedro Domecq. Hoy es el turno de El Ventorrillo, que ha salido de la cuna del propio Juan Pedro; mañana será Jandilla; el lunes, Daniel Ruiz, derivada de Zalduendo; el martes, el propio Juan Pedro con su hierro antiguo y su toro moderno; el jueves, Torrealta, por donde aparece el hilo de Torrestrella y don Álvaro; y el viernes, Fuente Ymbro.

Siete por seis. Cuarenta y dos toros a escena. Argumento Domecq. Sin contar la corrida de Zalduendo del 12 de abril ni los toros de línea Juan Pedro que entraron hace una semana en el reparto de José Luis Pereda. Se admiten apuestas, pero en secreto. No caben los pronósticos. Victorino tenía mucha fe en la corrida de anteayer. Por citar un caso sonado, que fue comidilla de Sevilla.

Hasta que empezó el desfile de ayer. Con un toro de lustre muy fuera de lo normal. Resplandeciente. Como impecable terciopelo. Fue de admirar el brillo del pelo del toro. Más que su fondo, su voluntad o su fuelle. Según costumbre, la corrida de Rincón estaba abierta de líneas. Sólo dos toros casi iguales, y los dos, tercero y sexto, en el mismo lote. No se harían los lotes por las hechuras sino por la cara. O por capricho. Hay gente que se pone nerviosa a la hora de enlotar en Sevilla, donde el toro sale por norma muy afilado. El toro de más cuajo y volumen de la corrida fue, con cierta diferencia, el segundo. Y el mejor de los seis. No hubo ningún toro completo: uno escarbó, o, mejor dicho, dos, o tres, y se rajaron otros tantos, y entre esos tantos estuvieron los del escabar. Y no peleó más allá del tercio ninguno.

Sólo que en ese punto no decide sólo el toro, sino que los toreros suelen poder elegir. Manzanares padre habrá sido el torero de todos los tiempos que más toros ha toreado entre las dos rayas de picar. Y bien toreado, además. El secreto de la colocación. Las llamadas "faenas en un ladrillo" son propias de los grandes maestros y Manzanares padre lo ha sido. No quedó claro si Manzanares hijo eligió y calibró el terreno donde llegó por momentos a acoplarse con ese buen segundo.

Al toro no costaba tanto sujetarlo como ligarle el tercer muletazo seguido, que es tan difícil. Pero el toro tuvo un golpe de riñón, digamos, que no tuvo ninguno de los otros cinco. Si un toro no tiene ese golpe, se dice que embiste con los pechos. O que no embiste. Tres y cuatro golpes de riñón seguidos distinguen en un toro una idea de la que se habla bastante: la calidad.

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