Toros

La Algaba y el toreo se entregan a Soto

  • Padilla y Luque consiguen los máximos trofeos Finito, Ortega Cano, Abellán, Carbonell y Corradini cortan dos orejas cada uno Tres novillos de El Freixo, Torrestrella y Fuente Ymbro, premiados con la vuelta al ruedo

plaza de toros de la algaba Ganadería: Se lidiaron, por este orden, novillos de las divisas de Fuente Ymbro, manso; Talavante, con alegría y a menos; Torrestrella, muy noble, premiado con la vuelta al ruedo; El Freixo, de muy buen juego, premiado con la vuelta al ruedo y para el que parte del público pidió el indulto; Dolores Aguirre, complicado; Fuente Ymbro, muy bueno, premiado con la vuelta al ruedo y para el que parte del público pidió el indulto, y Hermanos Garzón, deslucido. TOREROS: Juan Serrano 'Finito de Córdoba', estocada (dos orejas). José Ortega Cano, estocada y dos descabellos (dos orejas). Juan José Padilla, estocada (dos orejas y rabo). Miguel Abellán, dos pinchazos, estocada defectuosa y dos descabellos (dos orejas). Manuel Carbonell, estocada (dos orejas). Daniel Luque, estocada (dos orejas y rabo). Carlos Corradini, pinchazo y estocada (dos orejas). INCIDENCIAS: Plaza de toros de La Algaba. Tres cuartos de entrada en tarde soleada. Tras el paseíllo le entregaron varios regalos a Soto, que fue sacado a hombros de la plaza por los toreros y el público que saltó al ruedo al término del festejo.

Extraordinariamente emotivo el paseíllo, encabezado por José Manuel Soto, con el público ovacionando al torero y éste, apoyado en una de sus muletas, recogiendo toreramente el cariño de su pueblo, La Algaba, y del toreo, representado en el desfile y en el ruedo por seis matadores de toros y un novillero, tras varios cambios de cartel y la suspensión del evento, previsto el pasado 12 de octubre en la Maestranza.

Como declaraba el día anterior José Manuel Soto en estas páginas, "todo mi pueblo se está volcando. Sentimentalmente el que suceda aquí, en la plaza donde empecé a querer ser torero, me llena mucho". Todos los toreros brindaron sus faenas a Soto, con la inclusión de un brindis muy especial a cargo de El Maletilla de Oro, padre de Miguel Abellán y banderillero que perdió también una pierna por un percance en 1985 y al que, cosas del destino, había conocido Soto un par de meses antes de su desgracia en un tentadero y quien fue uno de los primeros en acudir a darle ánimos al hospital cuando le amputaron la pierna al algabeño.

Envuelta en historias sumamente emotivas, la soleada tarde invitaba a los toros y el público se entregó con los artistas en esta recoleta plaza de La Algaba, donde se vivieron algunos pasajes de gran nivel en el ruedo, amenizados con cante flamenco.

No comenzó muy bien la cosa con un ejemplar de Fuente Ymbro, serio y manso, que apenas dejó opciones a un Finito de Córdoba entregado que brindó algún apunte con clase. Tras la ruptura de antigüedad, salió el torero más veterano, Ortega Cano, como segundo espada. El cartagenero se estiró bien la verónica ante el segundo, con el hierro de Talavante, que acudió con alegría en los primeros tercios para ir luego a menos; logrando el diestro algunos muletazos con sabor.

El jerezano Juan José Padilla, que arrasó con su casta y amplio repertorio, se enfrentó a un animal grandón y muy noble de Torrestrella, al que recibió con una larga cambiada de rodillas, banderilleó y destacó en un comienzo de faena de nota, toreando de rodillas, de frente y relajado y cerrando con un arrimón.

El madrileño Miguel Abellán cuajó una gran faena a un gran novillo de El Freixo para el que se llegó a pedir, exageradamente, el indulto. Toreo con fibra, temple y su pizca de pinturería. Perdió los máximos trofeos por el fallo con los aceros.

El local Manuel Carbonell, voluntarioso, hizo frente con pundonor a un astado de Dolores Aguirre que le cogió en la suerte suprema de muy mala manera y, afortunadamente, sin mayores consecuencias.

El gerenense Daniel Luque, que con el capote anda fácil y torea con armonía, recibió con buenas verónicas a un gran astado de Fuente Ymbro, con el que se lució también en un ajustado quite por chicuelinas. Con la muleta cuajó una gran faena con la virtud de la ligazón y con aires ojedistas que cerró con un manojo de luquecinas, bruñidas de ritmo y temple, que enloquecieron al público.

Ya en la anochecida, el novillero sevillano Carlos Corradini se enfrentó a un ejemplar terciado y sin clase de Hermanos Garzón, recibiendo una durísima paliza.

La generosidad de los actuantes y de los ganaderos fue esencial para que este homenaje, cargado de emociones, fuera todo un éxito en honor a un hombre que perdió una pierna cuando crecía en sus sueños como torero y que, pese al infortunio, ayer comenzó una nueva etapa mirando al frente y con torería en un paseíllo inolvidable.

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