Polémica por el castellano en Andalucía

La "indignante" voz del 28F ya estaba en el spot de 2014

  • La opinión pública andaluza ha iniciado una peligrosa tendencia de examinar quién es más andaluz o no según la pronunciación

La intro, llena de tópicos, que durante los años 80 abrió y cerró la programación de TVE en Andalucía

La opinión pública andaluza, a través de las redes, ha entrado en una peligrosa dinámica hacia la confrontación en asuntos como los acentos y la diversidad en el uso del castellano que nunca ha supuesto un problema entre los andaluces, que suelen otras tener graves preocupaciones como para clasificar a los individuos por sus aspiraciones de eses y supresión de fonemas.

El spot institucional del 28F propuesto por el gobierno andaluz es una obra narrativa pobre y ayuna de ingenio (en cuestión de tópicos no va más allá de una retahíla ancestral), pero ha indignado en especial por la pronunciación de su voz en off. “Un castellano de Valladolid” que ya aparecía, por ejemplo, en el spot institucional de 2014, titulado Volveréis a hacerlo.

Spot promocional de la Junta ante el 28F

Spot del 28F de 2014. Misma voz que en 2021

En aquel momento no se registraron estas opiniones indignadas como tampoco hacia el resto de promociones contratadas por el PSOE a lo largo de tantos años.

Tampoco hubo criticas en 2017 por esta más que neutra pronunciación castellana de cara al 28F

Spot, con acento neutro a cargo de la voz en off, de la campaña institucional de 2017 del 28F

Desde la formación Adelante Andalucía se ha criticado la ausencia de la bandera que es mencionada en la primera frase en un recitado ‘publicitario’ del himno, porque la formación de Teresa Rodríguez está en condiciones de criticarlo todo.

En las redes se sube la apuesta y un periodista, por ejemplo, dice que es “como si escuchara al cacique que explotó durante siglos a mi pueblo o al chulito arrogante del Norte”.

Este periodista puede ir ahora a los primeros minutos de Canal Sur y escuchar al recordado actor sevillano Paco Valladares. Su perfecta dicción castellana describiendo a Andalucía podría evocarle ahora sus peores fantasmas reaccionarios. También si escucha a Jesús Hermida, Juan Diego o a María Teresa Campos.

El uso de los fonemas no debería tener interpretación política. Sería muy tóxico para la convivencia en Andalucía señalar quién es mejor o peor andaluz por su pronunciación.

La propia Consejería de Educación desde 2017 define a nuestro castellano como “modalidad lingüística”, con centenares de variaciones de pronunciación, pero el andaluz, por tanto, no es un dialecto. No es una distinción del castellano como por ejemplo sí lo es el mallorquín respecto al catalán.

Promover ahora guerras de pronunciaciones es lo más antagónico al espíritu de concordia y solidaridad del 28F. Ahora se debate con polémica sobre si “quillo” es una expresión sevillana y no gaditana. Con toda seguridad la que es de origen gaditano es la palabra “carajote”.

Ni el spot de Cruzcampo ha roto moldes más allá del holograma de Lola Flores ni el actual spot del 28F es una afrenta en sí. Es insuficiente, pero no indignante. Es lamentable, por cutre, el recurso de imágenes pregrabadas que no son andaluzas. La mayoría de los rostros no los identificaríamos como nuestros vecinos y nuestro gran potencial como tierra de cultura, sabiduría y patrimonio no se percibe en esas imágenes. La promoción, que ha de apelar a los sentimientos, no pasa de típicos reclamos de entidad bancaria y por momentos parece el ensalzamiento de una cerveza cuando en Andalucía llevamos al menos 2.500 años cultivando algunos de los mejores vinos del Mediterráneo.

Durante más de cuatro años TVE en Andalucía, en los 80, abría y cerraba con una intro en la que se reunían todos los tópicos que se han seguido utilizando, como limitadas señas de identidad, en los spots y promos de nuestra tierra: olivos, caballos, toros, romerías, ferias, todo con palmitas y flamenquito.

En aquella intro, que encabeza esta crónica, aparecía incluso un arado romano anacrónico (ni una cosechadora, ni una fábrica, ni un laboratorio), muestra de la continua visión paternalista y folclórica que, aún a día de hoy, se sigue teniendo de nosotros mismos.

Para otro 28F habría que apretar en el ingenio para descubrir qué somos ahora y esperemos que al final no sea un pueblo enfrentado por los acentos. Ni avergonzarnos, ni disculparnos por tener nuestro acento ¿Es más andaluz  el que cecea que el que no? No podemos competir a ver quién es más andaluz en retorcer los fonemas.

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