De acuerdo que la credibilidad de TVE está hecha unos zorros. Que la marcha del último presidente de la corporación debería suponer un fin de ciclo. Y que urgiría pasar página. Comprendo el clamor que corre desde dentro y desde fuera de la casa. Suscribo los viernes negros y sus derivados.
Pero como defensor a ultranza de la televisión pública (y primero conocedor, porque no se puede amar con pasión aquello a lo que no se ha dedicado tiempo y corazón) mucho me temo que lo que esté interesando a los políticos que quieren tener, o no dejar de perder, mando en la casa, no es más que el control de los servicios informativos. Se pelean por una línea editorial. Y ese es mi temor. Que se olviden del resto.
Y el resto es todo. Es Teledeporte y es el canal infantil clan. Es RNE con todas sus emisoras. Son esa orquesta y coro itinerantes que viajan de Pozuelo a San Lorenzo de El Escorial a cumplir con su programa de conciertos de abono. Y es el segundo canal, tan dejado de la mano de Dios. Estaría bien que Historia de nuestro cine, Millennium o La aventura del saber se grabaran en HD. Que da pena verlos con esa falta de definición. Es ese Canal 24 Horas que pide a gritos un 'aggiornamiento' a la altura de los tiempos y las circunstancias.
Respecto a los informativos, permítanme que rompa una lanza y que les cuente un truco casero que vengo practicando desde hace un par de años con muy buenos resultados. Comienzo a ver los Telediarios en el minuto 20. Me ahorro disgustos al tiempo que descubro un periodismo dignísimo en Internacional y Cultura. Áreas que otros canales más 'rompedores' no practican sencillamente porque no es rentable. Que hay que decirlo todo.
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