Manuel Enrique Figueroa | Catedrático de Ecología y director de la Oficina de Sostenibilidad de la Universidad de Sevilla

"Andalucía ya está en los 50 grados y hay que actuar"

Enrique Figueroa mide la radiación solar ante el Ayuntamiento de Sevilla.

Enrique Figueroa mide la radiación solar ante el Ayuntamiento de Sevilla. / D. S.

Manuel Enrique Figueroa (Huelva, 1952) es catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, donde es director de la Oficina de Sostenibilidad desde 2009. Transmite pasión en todo lo que hace y dice. Lleva años advirtiendo que las ciudades andaluzas deben adaptarse a la realidad del cambio climático. Para ello ha colaborado en el diseño de nuevos trazados urbanos e incide en la necesidad de crear un urbanismo en el que el agua y los árboles sean predominantes.

¿Quitarse la corbata ayuda a combatir el cambio climático?

Esta iniciativa es un gesto a favor de la realidad del Cambio Climático y la necesidad de llevar a cabo acciones. No creo que quitarse la corbata ayude a mitigar el cambio climático con toda la causalidad que hay detrás de él, pero con seguridad hará que las personas trabajen con mayor comodidad.

Pongámonos serios. Estamos viviendo unas olas de calor muy prolongadas este verano, ¿qué se puede hacer para combatirlas?

Las olas de calor son una realidad. Algunas personas han manifestado que si un verano no hace calor esto contradice la realidad del cambio climático; y cuando un verano hace mucho calor es una prueba del cambio climático. Ambas apreciaciones son imprecisas. Lo importante para constatar la realidad del cambio climático no son los hechos puntuales, sino las tendencias. En este sentido, si las olas de calor son más frecuentes y más largas e intensas, ello constituye un indicador robusto. En 1989 tuve la oportunidad de asistir a una reunión en Holanda, con otros 120 científicos del mundo, los indicadores establecidos allí se han venido cumpliendo en los últimos años. Estamos viviendo olas de calor muy prolongadas este verano. A la pregunta de qué hacer para combatirlas la respuesta es sencilla: tomarse en serio la mitigación del cambio climático, reducir la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente el CO2, y secuestrar dicho gas a través de los sumideros naturales. No solo hay que combatir las olas, sino que también adaptarse a ellas y cada vez queda menos tiempo.

¿Cómo podemos preparar las ciudades andaluzas de cara al futuro o más bien al presente?

Las ciudades están elaborando su agenda urbana, pero no es suficiente. Creo que las ciudades de Andalucía tienen que tener su Plan Estratégico de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático, con acciones concretas. La ciudad de Huelva, trabaja su agenda urbana pero en paralelo ha elaborado un plan estratégico ante el cambio climático con fuerte contenido social. La Universidad de Sevilla, en su Plan Estratégico tiene un Plan de Acción contra el Cambio Climático. Las ciudades de Andalucía deben calcular su huella de carbono con un proyecto de mejora de la misma y plantear un plan de secuestro de CO2 basado en sus infraestructuras verdes. Los planes de infraestructura verde de las ciudades andaluzas deben incluir un plan de sombra estableciendo la funcionalidad de cada especie para un mayor confort climático. Es muy posible que parte de ese agorero futuro climático ya esté con nosotros.

¿Cree que alcanzaremos próximamente los 50 grados en Andalucía?

Cuando nos dicen la temperatura en los informativos recibimos la información de las estaciones meteorológicas registradas de forma homologada. La realidad térmica de los barrios y sus calles, especialmente los más desatendidos, es más dura. Andalucía ya está en los 50ºC y hay que actuar.

Un problema verdaderamente importante es el del agua...

Cuando en la televisión se habla de ahorro de agua siempre aparece un urbanita con su grifo. El 80% del agua en Andalucía se emplea en la agricultura, el consumo de agua en las ciudades es el 15%. Tenemos un problema y hay que abordarlo. No se entiende que la presa de Alcolea esté parada cuando podría suministrar agua agrícola y aliviar la tensión de la corona norte de Doñana. Emasesa ha generado un Observatorio del Agua para analizar el asunto en su ámbito territorial, un buen ejemplo a seguir por los espacios del agua andaluces.

¿Qué le parece la situación de Doñana? Con la Unión Europea lanzando serios avisos.

Andalucía es eminentemente agrícola y esta fuerza productiva es esencial, tenemos que cuidarla. Los espacios protegidos deben ser un valor para la región, nunca un freno para el desarrollo ni para la generación de trabajo. Doñana debe ser protegido pero también la fuerza del trabajo agrícola andaluza. Hay que analizar la evolución de los regadíos. Creo que la Unión Europea debe visualizar el caso andaluz en relación con el agua, sus trabajadores del campo y sus espacios protegidos (34% de Andalucía) con miras más altas.

Este año hemos vivido una gran oleada de incendios. Hay voces que dicen que, en parte, se debe a un ecologismo exagerado.

Hay que analizar los datos con perspectiva y cordura, viendo la tendencia de los últimos años, donde ocurren, la gestión de los espacios, y estableciendo causalidades. No creo se deba a un ecologismo exagerado. El ecologismo tiene su lugar en el orden de las cosas. Las condiciones meteorológicas favorecen los incendios. El monte necesita ser gestionado, hemos perdido ganado y pastores que realizaban una importante función. Muchos municipios no cuentan con los medios necesarios para el saneamiento ecológico del monte. Los visitantes del espacio rural y forestal deben ser cuidadosos, y el inductor de incendios debe ser castigado adecuadamente.

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