¿Qué pasará con el curso escolar?

Los niños rompen una lanza desde Italia por la libertad en el confinamiento

  • El Gobierno italiano permite a los menores salir una hora de paseo pese a estar en el epicentro de la devastación  

  • Los colegios siguen abiertos en Suecia mientras en España no hay fecha de apertura

Una niña haciendo los deberes en su cuarto.

Una niña haciendo los deberes en su cuarto.

Ellos son el futuro, pero comparten el mismo triste presente que el resto de un tercio de la población mundial, recluida espartanamente en casa para frenar la propagación del coronavirus. La pandemia ha infectado a más de 823.000 personas en todo el mundo y ellos son un sensible grupo de riesgo, no hay consenso generalizado entre los científicos sobre si son más propensos a contagiarse que el resto y sí está claro que son más resistentes al embate. Ellos son los menos permeables a los imperativos que impone el confinamiento y no son pocos los que no entienden que las mascotas puedan salir de paseo y ellos no. Pero en Italia, epicentro de la devastación mundial, ellos han recobrado el derecho más preciado, el de la libertad: desde este miércoles pueden salir a dar un paseo, correr o lo que más les gusta, jugar, acompañados de un adulto y, por supuesto, en las proximidades de sus casas.

Ellos, los niños, han roto una lanza por la libertad en el país transalpino -donde ya hay más de 12.000 muertos, aunque la curva está entrando en lo que los expertos llaman fase meseta, la ralentización del número víctimas- , tras un mes de duro confinamiento (al cubo al norte, en la castigada región de Lombardia) y ellos se ha convertido en la vanguardia de la recuperación del equilibrio social.

Desde que el Gobierno de Giuseppe Conte decretó el aislamiento de su población debido a la pandemia, se permiten los paseos en la proximidad del domicilio, pero  a solas, lo que dejaba a los más necesitados de calle y movimiento varados entre las cuatro paredes de su casa, lo que ha llevado a asociaciones de psicólogos, educadores y padres a poner el grito en el cielo en nombre de los derechos de la infancia.

Recogidas de firmas

Incluso se han recogido firmas para pedir a la autoridad competente que se tengan en cuenta "las necesidades de los niños y que la situación de aislamiento prolongado en el que viven conlleva riesgos que provocan, y en algunos casos ya está causando, problemas que comprometen la salud y el bienestar de los más jóvenes".

Donde los niños gozan de una mayor libertad de movimientos, como los mismísimos adultos, es en la desenvuelta Suecia, el único país de Europa que no ha impuesto el Quédate en casa, delegando en cada ciudadano la correspondiente y fundamental dosis de responsabilidad cívica de manera unilateral.

No es una frivolidad reseñar que pese a sus 4.435 contagiados y 180 muertos se lavan las manos ante la crisis del coronavirus en el país si no con menos miedo, menos restricciones: se  repite machaconamente la recomendación de usar gel desinfectante, pero no se han cerrado los colegios y los niños suecos siguen yendo a clase en los colegios de primaria, como los padres a bares y restaurantes y centros ocio, para envidia de sus vecinos nórdicos de Dinamarca, Noruega o Finlandia, con restricciones mucho menos laxas.

El coronavirus no hace discriminaciones y las últimas cifras de China, donde se inició el brote el pasado diciembre, muestran que los menores de edad podrían contraer el patógeno en tasas comparables a las de los adultos. Fue precisamente en Wuhan, donde brotó el virus, donde falleció solo 30 horas después de nacer un bebé el pasado 2 de febrero. La madre había sido diagnosticada con el virus antes de dar a luz. En Los Ángeles murió asimismo un adolescente el 24 de marzo, convirtiéndose en la primera víctima mortal menor de edad vinculada al  coronavirus en Estados Unidos.

Más resistentes

Sin embargo, los médicos de todo el mundo coinciden en que los niños plantan cara a la enfermedad con mucha más resistencia que los adultos.

En un artículo publicado en la revista Pediatrics, los científicos han recordado que un “pequeño” porcentaje de niños infectados con el virus evoluciona de forma grave, especialmente los bebés y aquellos en edad preescolar. “Muchas enfermedades infecciosas afectan a los niños de manera diferente que a los adultos, y comprender esas diferencias puede proporcionar información importante en el caso del Covid-19”, han escrito los expertos.

No obstante, hay subgrupos de niños que parecen tener un mayor riesgo de complicaciones con el Covid-19, especialmente aquellos que son más jóvenes, inmunodeprimidos o que tienen otros problemas de salud pulmonar.

Se desconoce aún por qué los niños parecen estar a salvo de los efectos más graves del virus, como tampoco se sabe por qué la mortalidad es mayor en hombres (2,8%) que en mujeres (1,7%), ni por qué el principal factor de comorbilidad (enfermedades previas que aumentan el riesgo) es la enfermedad cardiovascular, con un 10,5% de mortalidad, por encima incluso de las enfermedades respiratorias crónicas (6,3%). 

A ellos, a los niños, les gusta tocar y saborear aquello que los rodea, no entienden de consejos de salud y suelen tener un sistema inmunológico más débil que los adultos. La organización Save the Children, que acumula más de cien años de experiencia  en la protección a la infancia en situaciones de emergencia, ha presentado sencillos consejos para hacer más (algo) placenteros los rigores que impone la cuarentena, entre los que sobresalen no exponerles en demasía a los medios de comunicación y las redes sociales para no amplificar la confusión sobre lo que ven y escuchan. Y, también fundamental, mantener la rutina en la medida de lo posible, de modo que no se alteren abruptamente sus comportamientos y hábitos para no crear focos adicionales de ansiedad y estrés.

Estrés para todos

El estrés es moneda corriente en los hogares, con los niños correteando mientras los padres están con sus labores y el teletrabajo se hace un poco más cuesta arriba con las demandas de atención de esas personitas que debían estar en el colegio y que (ahora) hasta lo echan de menos. El Gobierno español decretó el 12 de marzo la suspensión de las clases presenciales y desde entonces los padres se preguntan cuándo se librarán de los duendes. 

El Ministerio de Educación no se atreve a poner plazos, resulta imposible cuando España no ha alcanzado el máximo de esa curva de contagios y de muertes que Sanidad se empeña en que veamos estabilizándose aunque las cifras no acompañen.  Y trece comunidades autónomas, Andalucía entre ellas, han aplazado un año la convocatoria de oposiciones al cuerpo de docentes, casi todas de Secundaria, que tenían previsto celebrar este verano.

Así que los niños seguirán vagando por la casa como almas en pena para desesperación de los padres, muchos de los cuales ahora miran a Italia confiados en que el Gobierno de Sánchez siga el camino que lleva a Roma. Todo es posible en esta crisis dinámica, las decisiones  cambian de un día a otro... De momento, sin clase.Y sin calle. 

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