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El astronauta que se acordó de la paella al sobrevolar Salamanca

El astronauta que se acordó de la paella al sobrevolar Salamanca

El astronauta que se acordó de la paella al sobrevolar Salamanca / Archivo

Entre el silencio atronador y la majestuosidad del Universo, el pasado 14 de mayo a Shane Kimbrough se le hacía la boca agua desde la Estación Espacial Internacional. El experimentado Coronel y piloto del ejército de los Estados Unidos de América se acordó de los placeres de la paella a su paso por Salamanca y el río Tormes. La ISS recorre los confines de la órbita terrestre investigando sobre astrobiología, astronomía, meteorología, física y ahora un poco de gastronomía por la que suspiran sus habitantes.

Shane Kimbrough no dudó en compartir a través de su perfil en la red social Twitter una foto de la ciudad española y el afluente del Duero, instantánea que acompañó con el siguiente mensaje: "¡Hola España!, volamos por Salamanca recientemente y el río Tormes estaba a la vista. ¡Ojalá tuviéramos un poco de paella espacial aquí para disfrutar!".

Las reacciones no se hicieron esperar y mucha gente no dudó en alabar uno de los platos más famosos entre los fogones de toda España. Entre los muchos mensajes que se podían leer, comenzó el típico debate sobre en qué zona geográfica se hace la mejor paella, algunos tiraban por Valencia, otros que si debe llevar chorizo e incluso otro usuario directamente confirmó que lo mejor de España son "las sevillanas". Para gustos colores.

Una vida de lo más estricta a bordo de la ISS

Es de lo más normal que en el Espacio se echen de menos cosas tan básicas como la familia, la propia tierra que se pisa y las paellas ya que la vida en la estación Espacial Internacional es de lo más estricta. Los inquilinos espaciales se levantan sobre las 06:30 para inspeccionar de manera rutinaria las instalaciones.

Más tarde, tras el desayuno y la planificación del día, la jornada laboral empieza algo más tarde de las 08:00, una jornada que intercalan continuamente con deporte ya que el estado físico debe ser óptimo en un hábitat de lo más peculiar. Ya avanzada la tarde, sobre las 19:30 llega la hora de la cena, sin paella y con platos sellados al vacío en bolsas de plástico, algo que no es agradable pero que es lo de menos ya que en el Espacio se reduce un poco el gusto.

Tras un largo día, los tripulantes se acuestan sobre las 21:30 para tener un descanso conciliador y soñar, quién sabe, con el próximo destino y plato típico.

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