El papa Benedicto XVI recordó ayer las "llagas de la humanidad, abiertas y dolientes" en todo el mundo y animó a que se busquen soluciones que "salvaguarden el bien y la paz" en lugares como el Tíbet, "el martirizado Oriente Próximo, especialmente en Tierra Santa", Iraq y algunas regiones de África. El Papa hizo estas reflexiones durante su mensaje pascual, con el que terminan los actos de la Semana Santa, pronunciado en una fría y lluviosa mañana en la que también celebró la Misa de Resurrección e impartió la bendición Urbi et Orbe (a Roma y a todo el mundo).
En su mensaje de Pascua, el Papa habló de las heridas que se producen cuando las relaciones entre personas, grupos y pueblos están marcadas por "el egoísmo, la injusticia, el odio y la violencia, en vez de estarlo por el amor". Sin embargo, señaló que esas heridas a veces son "ignoradas e intencionadamente escondidas; llagas que desgarran el alma de innumerables hermanos y hermanas".
Dichas heridas "esperan obtener alivio y ser curadas por las llagas gloriosas del Señor resucitado" y por la solidaridad de los que "siguen sus huellas y en su nombre realizan gestos de amor". El Papa se refirió a aquellas personas que se comprometen a favor de la justicia y difunden "signos luminosos de esperanza".
En el comienzo del mensaje pascual, el Papa recordó que ayer se celebra en la tradición cristiana la resurrección de Jesús, y añadió: "Es nuestra esperanza. Esperanza verdadera para cada ser humano". Benedicto XVI explicó que esta solemnidad "hace revivir la experiencia absoluta y única de la resurrección de Jesús, que es un llamamiento" a convertirse "al Amor" y una invitación a rechazar el odio y el egoísmo.
Así pidió a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano que se abran "con sincera confianza a Cristo resucitado para que la fuerza renovadora del Misterio pascual se manifieste" en cada uno de ellos y "en todas las partes del mundo".
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