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Y, de repente... defender

  • Poco adiestrado en otros conceptos que no sean el fútbol de ataque por su modelo de juego, el Sevilla debe asumir en Lyon un rol que de inicio sólo adoptó en Turín.

Varios jugadores del Sevilla esperan órdenes para una tarea en una sesión.

Varios jugadores del Sevilla esperan órdenes para una tarea en una sesión. / juan carlos muñoz

Por el discurso, por su puesta en escena habitual, por su modelo de juego... el Sevilla no es un equipo que se encuentre cómodo defendiendo. De hecho, desde que Jorge Sampaoli cogió las riendas del equipo sólo ha planteado un partido con el posicionamiento de su equipo por detrás del balón desde el inicio, precisamente ante la Juventus en el partido de ida. En todos los demás, inclusive ante los grandes de España en ambas Supercopas y en las visitas de Atlético y Barcelona al Sánchez-Pizjuán, el preparador de Casilda utilizó una estrategia operativa claramente encaminada a hacer daño al rival, otra cosa es que lo lograra por fases y en otros segmentos de partido el Sevilla fuera dominado por el empuje del rival, como en la segunda mitad ante los azulgrana.

Pero las circunstancias son las que son y el destino ha querido que el Sevilla vaya a Lyon a la última jornada de la fase de grupos de la Champions con un rol distinto al que acostumbra. Necesita salir a defender el resultado (le vale para pasar a octavos de final un empate y hasta una derrota por la mínima) sin tener un adiestramiento acumulado sobre una fase del juego de las cuatro de las que éste se compone que precisamente es la que más detesta el argentino.

Esto no sería un problema para un equipo de otro corte. Para escuadras como la propia Juventus por la propia naturaleza que viene en el ADN del fútbol italiano o para el Atlético de Simeone esto puede llegar a ser pan comido, pero la pregunta es qué pasará con un equipo que no suele entrenar sistemáticamente los conceptos defensivos y que tiene en su plantilla fundamentalmente futbolistas que tienen entre sus virtudes otras funciones más encaminadas a hacer circular el balón, mantener la posesión o atacar de manera casi impulsiva. Así, con esa filosofía, ha salido de inicio el Sevilla en todos y cada uno de sus compromisos oficiales desde el pasado mes de agosto a excepción del mencionado encuentro en el Juventus Stadium, en el que Sampaoli recibió elogios por su control de partido en el plano defensivo y en el que no disparó a puerta, pero logró mantener la portería a cero reforzando el centro del campo con Iborra y Kranevitter junto a N'Zonzi (la única vez de inicio que los tres han coincidido en el campo).

Es verdad que aún queda tiempo para preparar la visita al Parc Olympique, es verdad que el cuerpo técnico sevillista se reforzó con Lionel Scaloni para mejorar un aspecto que ya había dado muchas muestras de debilidad desde el principio, pero también lo es que no son conceptos que los futbolistas del Sevilla tengan trabajados especialmente bien, igual que la siempre complicada gestión de las transiciones defensivas y sus imprevisibles variantes.

Teniendo en cuenta que en un fútbol en el que cualquier detalle decanta un partido hacia un lado o hacia otro no es suficiente con acumular más defensas de lo habitual, puede llegar a resultar una incógnita cómo se desenvolverá el Sevilla en un duelo que se presentará como una batalla dura. Ya el martes el equipo de Sampaoli demostró que no está cómodo si el rival propone contacto y fricción (igual pudo pasar en Éibar o en Bilbao). Ante la Juve -y sin resultado aunque por poco- ya tuvo un clínic de nivel en la segunda parte, en la que el Sevilla, con uno menos, se metió atrás y hasta renunció a contraataques dejando solo a Vitolo. En Lyon será otra historia y es una inquietante incógnita.

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