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Dos agujeros negros

  • El proyecto se tambalea al fallar dos de sus pilares, la falta de sustituto para Medel y la escasa efectividad ante el gol. Un punto de 15, bagaje sin el chileno del segundo equipo menos goleador fuera de casa (8).

Cuando a estas alturas ya nadie duda del tambaleo del proyecto, la incógnita está en si se caerá o si conseguirá mantener la verticalidad más mal que bien. Pero mientras eso se dilucida, del análisis de las causas del derrumbe, o del amago de derrumbe, se pueden extraer dos puntos clave que han contribuido a llevar al Sevilla a la situación en la que se encuentra, de la mitad de la tabla ya para abajo, lejos de los puestos Champions y con la afición desencantada.

Son dos agujeros negros que, si bien uno puede decirse que es incontrolable porque está a veces sujeto a los caprichos de la suerte, el acierto ante el gol, el otro apunta irremediablemente a una planificación que, si los responsables de ésta advirtieron que en la plantilla había sólo un medio centro de corte defensivo, optaron por correr los riesgos. Ha quedado suficientemente claro que Gary Medel, sin ser completo por talla y por su tendencia a recorrer a veces más metros de los que debe abarcar, es insustituible en esta plantilla, un grupo que a cada paso de jornada deja evidencias de que tiene poquísimo físico en el centro del campo. En Gijón volvió a notarse la falta del chileno, que fue baja por sanción y sin cuyo concurso desde el inicio el Sevilla no ha ganado esta temporada ningún partido. Perdió en Hannover (2-1), donde Fazio ocupó su puesto en el centro del campo por delante de la defensa porque Medel, recién llegado de la Copa América, apenas había entrenado a las órdenes de Marcelino. Salió en la segunda parte el ex jugador de Boca Juniors, pero no pudo evitar la derrota en el estreno oficial del asturiano.

Pero en la Liga los números también dicen que Medel no puede faltar en este equipo que no tiene un sustituto para su función, pues el Sevilla sólo ha sumado un punto cuando no ha jugado o no ha sido titular: un empate en Pamplona ante Osasuna (0-0) y cuatro derrotas frente a Athletic (1-2), Rayo Vallecano (2-0), Real Sociedad (2-0) y Sporting (1-0). Un punto de 15 posibles y, lo que es peor, dejando el equipo la sensación de que no es capaz nunca de controlar los partidos.

Pero el Sevilla tuvo tiempo de arreglar esta situación durante el verano, pues era un mal éste, la falta de un medio capacitado para hacer de cierre, que el equipo pedía a gritos ya la temporada pasada, en la que cuando faltó Medel durante la segunda vuelta tampoco fue capaz de ganar. ¿Qué ocurre entonces? ¿No cree Monchi en este tipo de futbolista?

Hay que recordar que el chileno llegó como recurso de urgencia en febrero hace un año, a mitad de temporada, y que el último fichaje de un jugador de este corte fue Duscher, que además respondió a una petición expresa de Jiménez y fue clave en la campaña en la que el Sevilla fue tercero. Dirán algunos que tras el argentino llegaron Zokora o Guarente, pero la realidad demostró que el marfileño era un medio con músculo pero tácticamente infradotado que nunca llegó a jugar en su verdadero puesto (medio de barrido), porque no había un cierre, y que el italiano fue fichado pese a los informes negativos de los médicos. Aparte de esto último, quien hubiera visto a Guarente en el Atalanta habría advertido que no es un jugador de guardar la posición como para aguantar el peso del equipo como único hombre. En el equipo de Bérgamo jugaba siendo uno de los dos pivotes que actuaban en paralelo. Es más, lo mejor de su juego es su pierna izquierda y su visión para lanzar al equipo arriba. Una especie de Romaric con más resistencia física.

Marcelino, aunque no ha trascendido porque el asturiano prefirió ser un hombre de club y no discutir decisiones internas, incluyó un recambio para Medel entre sus peticiones invernales, que, sin embargo, sólo fueron atendidas en el caso del ataque, para el que llegaron dos jugadores, Reyes y Babá.

El canterano Salva era el llamado a cubrir las ausencias de Medel, pero las lesiones le han impedido no sólo debutar, sino incluso tener una mínima continuidad en el filial. Así que Fazio al final ha sido el que ha jugado en ese puesto salvo en Anoeta, donde, siendo baja, jugó Campaña.

Ni gol ni personalidad

El otro pilar que ha cedido y que hace que el edificio se venga abajo es la escasa efectividad goleadora, particularmente fuera de casa. El Sevilla es el peor equipo anotador, excepto el Villarreal (6 goles), siendo superado este domingo mismo por el Mallorca (10). Los blancos tienen en su debe una raquítica cifra de goles lejos de Nervión, ocho, y se han quedado sin marcar en la mayoría de sus visitas, pues la mitad los consiguió en dos partidos, en Villarreal y en Mestalla.

Pero si en el caso del medio centro defensivo sí se puede hablar de responsabilidad de los encargados de formar la plantilla, en este caso son otros los factores que han provocado que el Sevilla acumule tan pocos goles, cifras que se asemejan a los tiempos de Caparrós, sobre todo la primera campaña.

Dos periodos más o menos largos de baja de Negredo y un rendimiento cuando ha jugado que ni se asemeja al que ofreció el año pasado, intermitencia en las apariciones de un Kanoute al que el cuerpo le dice basta, menos aportación de la esperada por parte de Manu del Moral y nula en el caso de Reyes convierten al Sevilla en un equipo romo que, además, no ha tenido tampoco la ayuda de los jugadores de la segunda línea salvo en un par de partidos de la era Míchel, ante Osasuna y Valencia. Rakitic no aparece como en su primera campaña; Perotti, ausente, tampoco ha visto puerta; y Armenteros, que se ganó con una veintena de goles en Segunda su regreso, volvió al Rayo sin estrenarse.

Todo ello adobado con una carencia importante: la personalidad para dominar a su rival y controlar el juego.

Y estos dos puntos negros le han arruinado al Sevilla muchas noches. Porque ¿quién no recuerda en un partido al Sevilla fallando infinidad de ocasiones y muriendo en contras del rival que no era capaz de frenar? Gol y posicionamiento táctico, dos mandamientos en el fútbol.

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