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El fantasma de la sequía

Las últimas lluvias en Sevilla benefician al olivar, los cítricos y la ganadería

  • Los cultivos de regadío no perciben la llegada de las precipitaciones, aún escasas

  • Los embalses apenas reciben el agua por la falta de escorrentías 

  • Una semana muy húmeda en Sevilla

Un olivar plantado en la provincia de Sevilla.

Un olivar plantado en la provincia de Sevilla. / D. S.

"Todo dependerá de lo que finalmente caiga". La frase, pronunciada por un portavoz de la asociación agraria y ganadera Asaja, se escucha esta semana en toda la provincia de Sevilla, donde se mira con una mezcla de expectación y escepticismo al cielo. Es cierto que desde el pasado viernes ha empezado a llover, pero también que el agua caída hasta ahora no es suficiente para desactivar la alarma por la sequía que sufre el campo

Algo bueno, no obstante, tienen estas precipitaciones de marzo, a poco más de una semana de que oficialmente entre la primavera. Los cultivos que más se han beneficiado de ellas son el olivar, los cítricos y los almendros, que se encuentran en periodo de floración

"En el olivar ya se daba por perdida la cosecha del próximo año", apuntan desde Asaja, donde se incide en la importancia de estas lluvias y, sobre todo, en la conveniencia de que este "cambio de ciclo" se consolide. "Tiene que seguir lloviendo aún más", refieren desde la asociación agraria. 

El girasol, otro beneficiado

Las precipitaciones también aportan ventajas a las siembras de primavera, como es el caso del girasol, un cultivo del que se ha hablado mucho los últimos días a raíz de la guerra en Ucrania. Su siembra tiene lugar en marzo y se nutre de las precipitaciones que se registren en marzo, abril y mayo, de ahí la importancia del agua caída desde el pasado viernes en Sevilla. 

El cereal, aunque se sembró en invierno, también puede beneficiarse de esta lluvia, especialmente el más tardío y que acumula un severo déficit hídrico. Se trata, también, de un producto de gran importancia, especialmente con el conflicto bélico que se vive al este de Europa, donde Ucrania se había convertido en el granero del viejo continente. 

No corren la misma suerte los cultivos de regadío, en los que las precipitaciones, hasta el momento, han tenido escasa repercusión. Desde Asaja se recuerda que este sector es el que mayor riqueza laboral produce en el campo, al generar un importante volumen de mano de obra (una hectárea de regadío requiere del volumen de trabajadores de seis hectáreas de secano). Por tanto, seguirán con la última aportación de agua acordada: 1.000 metros cúbicos por hectárea, un 15% de la asignada en condiciones normales. 

Aumenta el pasto

Respecto a la ganadería, la lluvia, aunque poca aún, también ha traído beneficios, especialmente en la dehesa, que se había quedado sin hierba, lo que había obligado a los dueños de las fincas a recurrir al pienso, cuyo precio se ha encarecido notablemente por la guerra de Ucrania, según apuntan fuentes de Asaja. Las precipitaciones están aumentando el pasto y también aportan agua natural en unas explotaciones que se habían quedado sin reservas para que bebieran los animales. Una situación crítica que ahora se alivia un poco. 

Todavía es pronto para lanzar las campanas al vuelo, de ahí que desde las asociaciones agrarias como Asaja se insista en que debe seguir lloviendo para que el estado de sequía que sufre el campo se revierta. En este sentido, se apunta a que la aportación pluvial en Sevilla se ha situado en invierno un 48% por debajo de la media en esta época del año. El agua que cae ahora se la traga directamente la tierra, lo que impide que se formen escorrentías, que son las que llena los embalses. Hacen falta 300 litros por metro cuadrado, una proporción todavía lejos de alcanzar. Habrá que seguir mirando al cielo.