Semana Santa

Un recuerdo inmaculista con Ignacio Noguer, obispo de Huelva

  • Hace quince años que se bendijo el Monumento a la Inmaculada Concepción

  • El obispo Ignacio Noguer se convirtió en el gran impulsor y valedor del proyecto

El Monumento a la Inmaculada adornado para la festividad de este año.

El Monumento a la Inmaculada adornado para la festividad de este año. / H. I.

"Contáis con mi bendición, pero tened siempre presente que este es un proyecto vuestro”. Estas fueron las primeras palabras de ánimo de Ignacio Noguer Carmona. El obispo de Huelva confiaba en los miembros de la Comisión pro Monumento a la Inmaculada Concepción, quería que fuese un regalo de la ciudad, en el que participaran todos y así se consiguió.

Trabajamos muy de cerca y tuvimos la oportunidad de conocerlo y de estarle permanentemente agradecidos.

Recientemente se nos marchó y he querido tener hoy este recuerdo póstumo a don Ignacio, en el día de la Inmaculada Concepción y acercarme con su recuerdo a tantos momentos vividos.

En la inauguración del monumento llegó a decir que la Inmaculada estaba ahí arriba, en alto, para que levantáramos siempre nuestra mirada hacia Ella y pensáramos en ese diálogo interior espiritual que tenemos con la Virgen.

La iniciativa del monumento a la Inmaculada marcó un antes y un después. Su ejecución sirvió para que se pusieran en marcha otros proyectos.

Huelva ahondaba en sus raíces inmaculistas y recuperaba el monumento que tuvo y que se lo llevó por delante la invasión francesa. Es más, se llegó a renovar el voto de sangre de la Inmaculada en la Santa Iglesia Catedral en su 350 aniversario.

Ignacio Noguer en el acto de la primera piedra del monumento. Ignacio Noguer en el acto de la primera piedra del monumento.

Ignacio Noguer en el acto de la primera piedra del monumento. / M. G.

La vinculación fue tan cercana que don Ignacio accedió a ir con los miembros de la comisión hasta el taller del escultor y ver los detalles en barro antes de ser concluida la hermosa imagen que tallara Elías Rodríguez Picón, que se ilusionó tanto en este proyecto como cualquier otro miembro de la comisión. El resultado fue esta hermosa imagen.

Observó todos los detalles y conoció minuciosamente cómo evolucionaba el proyecto. Los encuentros institucionales, las ayudas económica y, lo que era más importante, la entrega de los onubenses a una idea que hizo suya desde el primer instante.

Esa ilusión es la que quiero hoy resaltar en este día de la Festividad de la Inmaculada, un regalo a la Patrona de la Diócesis en el año de su cincuentenario y del 150 aniversario de la declaración dogmática.

Aquel embrión de monumento que estaba a cota cero y que se elevó doce metros, se convertirá en la expresión externa del cincuentenario de la Diócesis de Huelva. Así don Ignacio quiso que estuviera revestido de la solemnidad del 8 de diciembre en el Cincuentenario de la Diócesis; para nosotros siempre estuvo esa fecha en el horizonte y pudimos alcanzarla.

Tras la celebración religiosa del día de la Inmaculada, a primera hora de la tarde se procedió a la bendición con la presencia del nuncio de Su Santidad San Juan Pablo II, Manuel Monteiro de Castro, y el mismo don Ignacio, a los que acompañó el obispo Rosendo Álvarez. La comisión del monumento lo entregó a la ciudad y a la Diócesis onubense.

Un acontecimiento que volvió a mover los cimientos inmaculistas de Huelva, mirándose ella misma en su historia y sintiéndose orgullosa de realizar grandes obras.

Ese acontecimiento ya de por sí revestido de toda la fuerza eclesial y social tenía preparado un hecho muy trascendental.

Le pedimos a don Ignacio ir hasta Roma a llevarle a Juan Pablo II el boceto de la Virgen y nos ofreció que fuese en la visita ad límina. Marchamos a la ciudad eterna pero sabíamos que ese encuentro no iba a ser posible, pues el santo padre estaba ingresado en el hospital Gemelli.

La providencia obró, como nuestro obispo dijo, y encontramos en el palacio apostólico a Leonardo Sandri, sustituto del papa, quien amablemente trasladó la Virgen para que estuviera junto a Su Santidad en su capilla privada para la hora del ángelus. El santo padre quiso que se quedara junto a él y así le acompañó en los últimos días de su vida. Con este motivo envío a la Diócesis su última bendición apostólica, quizás fuese también el último regalo que recibió, pues ya no tuvo más audiencia.

Ahora, a los pies de su monumento, está la imagen de San Juan Pablo II en bronce bendiciendo a la ciudad.

Don Ignacio fue un obispo cercano que pasó su tiempo en nuestra Diócesis con sencillez al llegar como auxiliar de González Moralejo. El tiempo que estuvo pastoreando lo hizo con amor a esta tierra y dando los primeros pasos de aperturismo y cercanía a todos los colectivos y realidades eclesiales.

Lo recuerdo en este día tan especial, porque fue un hombre muy mariano, clave en levantar el Monumento a la Inmaculada Concepción.

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