Semana Santa

Un mar cofrade con la Victoria

  • Desde El Polvorín lo fue desbordando todo, de acera a acera, por la Alameda Sundheim

LA salida de la Victoria tuvo ayer muchos pellizcos. El primero con su capataz, Enrique Izquierdo, al dedicar la levantá con la que el paso se iba a la calle a Rafaela Monís, recientemente fallecida, "de la saga de los Monís", "que tanto hicieron por la hermandad" y recordó a Paco y a Pepita. Así se iba el paso a la calle "todo suave" y con los piropos que salían de la boca del capataz: "¡Qué guapa vas Madre mía!". Con todo el arte de los costeros el paso de la Victoria se echó a la calle entre el delirio de la gente. "¡Viva la Virgen de la Victoria, vamonos con Ella a Huelva!". Enrique Izquierdo seguía con el corazón en la mano cada vez que se acercaba a su cuadrilla, sus "artesanos del costal y la alpargata", y le dedicó emocionado una levantá a José Antonio de la Rosa, que se llevó 35 de costaleros y durante este tiempo de cuadrilla han pasado más de 500 personas.

En lo oficial de ayer hay que destacar que las dos levantás de los pasos, en el año del 75 Aniversario de la Fundación de la Hermandad del Polvorín, la realizaron el general jefe de la Guardia Civil de Extremadura, José Antonio Hurtado Notario, tras haber ofrendado a la Virgen de la Victoria su fajín y los muchos lazos entrañables que le unen con esta cofradía desde su estancia en la Comandancia de Huelva. En el paso del palio, la levantá la realizó la comunidad de las Hermanas Teresianas, como camaristas y madrinas de la coronación canónica y en el año de la fundación de su colegio.

En el Barrio Obrero, en la calle B, Enrique Izquierdo levantó el palio en el número 9 y dijo que iba dedicada la levantá "a toda la calle de punta a rabo". Un recorrido por el Barrio Obrero en el que estuvieron acompañando a la cofradía el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez González, y el general jefe José Antonio Hurtado. La bajada fue sencillamente hermosa; paró en el azulejo y luego, al son de la marcha y con el canto de la Salve de la banda, quedó posada en el arco del barrio de la Reina Victoria Eugenia, al que le falta la corona.

Hubo dos momentos en el que se veía el poder de convocatoria de la cofradía del Polvorín, lo que sólo Ella consigue. Mientras ya toda la bajada del Barrio Obrero estaba llena de gente, por Federico Molino se acercaban quienes habían estado en la salida. Toda esa marea humana se veía luego en una alameda Sundheim desbordada de acera a acera. El paso de la Humildad ya estaba acercándose a la Plaza Niña para el rezo de las hermanas de la Cruz. Un misterio que en unos años veremos transformado. Mientras tanto se seguía disfrutando con su cuadrilla y el buen trabajo de su característico buen andar y saber llevar. Arrancaron muchos aplausos en su recorrido de tantos que tiene devoción al Señor de la Humildad, el Cautivo del Polvorín.

En la carrera oficial hay que destacar lo bien que se llevó el pasó del palio de la Victoria en la revirá de la Concepción y que fue el primero que no sólo se detuvo ante la parroquia, sino que giró en este templo en su estación de penitencia.

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