Puntadas sin hilo

¿Cómo cuando éramos ‘libres’?

Los palcos repletos de personas en la Carrera Oficial.

Los palcos repletos de personas en la Carrera Oficial. / NEDD CHAIRI MUÑOZ

Cuando llegó el 2021 teníamos puestas todas nuestras esperanzas en la ansiada vacuna, esa que cambiaría de nuevo nuestro alocado y maltrecho mundo producido por un bichito desconocido y que nos acercaría a esa nueva normalidad que tanta veces habíamos escuchado. Con emoción y lágrimas en los ojos vivíamos esos primeros pinchazos a nuestros mayores y sus cuidadores, y pensábamos ¡vamos por buen camino! ¡Ya estamos curados!, solo será cuestión de tiempo el volver a nuestra Normalidad (si es que alguna vez la tuvimos). Pero los días van pasando y al ver lo que pasa a nuestro alrededor me pregunto si es suficiente con esta vacuna o tendremos que buscar otro antídoto ante tanta locura y sin sentido.

Y en esa situación, tenemos que ver cómo descontrolados, buscando libertad de expresión, arrasan como el caballo de Atila, y buscando en la aliada oscuridad, capuchas y mascarillas pueden destrozar todo a su paso quemando contenedores, arrancando señales de tráfico, adoquines... y salir impunes, pero claro, es libertad de expresión y para su expresión todo vale.

Libertad de expresión es también ridiculizar a nuestros sentimientos religiosos como muestra de una supuesta independencia.

Y mientras que algunos alzan su voz pidiendo esa libertad me quitan la mía, la de mis hijos, la de mi familia, la de mis mayores. No me dejan ser libre para elegir. Ya ellos eligen por mí. Mientras algunos quieren progreso siguen anclados en el pasado donde nada era como ahora; pero los tiempos han cambiado, quizás no todo lo rápido que quisiéramos, pero están cambiando; quizás no tan profundo como necesitamos, pero seguro que será cuestión de tiempo.

Mientras que algunos piden igualdad, solo pretenden que sea igual que ellos, pero no se dan cuenta de que somos diferentes. Mientras algunos quieren transparencia solo quieren la mía.

Volveremos a tener procesiones, ¿pero conseguiremos volver a la cordura?

Quieren que sea transparente para que no se me vea, para que no pueda mostrar cuáles son mis creencias, cuál es mi fe, la mía y la de los míos, esa que se vive día a día en mi casa y pretenden callar. Me quieren libre para ser transparente como a ellos les gustaría. Podrán silenciar mis palabras, podrán quitarme mis signos para que no los vea, porque claro una cruz es símbolo de esclavitud… Podrán pensar que soy transparente, pero seguro que no podrán hasta el final.

Y llegará el día en el que estemos libres del virus y no tengamos que ver cómo hemos normalizado el número de fallecidos, el día en que podamos volver a los besos y abrazos que prácticamente hemos olvidado, podamos ver una sonrisa a la persona que tenemos frente a nosotros o su tristeza, pero sobre todo que podamos estar nuestros seres queridos sin miedo al contagio.

Volveremos a vivir procesiones en la calle, vía crucis multitudinarios, el son de trompetas y tambores… Y yo me pregunto, ¿conseguiremos volver a la cordura? A que la libertad (palabra preciosa por cierto) sea eso, libertad. Volveremos donde pueda expresar mis creencias, mis valores sin etiquetas ni prejuicios. ¿Habrá cura para esto? Ya lo dice San Pedro en la Biblia,”… libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo…”.

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