Semana Santa

El 'diputado de la Covid'

  • Las salidas se ven arropadas por la ciudad que recupera de nuevo el latir cofradiero

  • La responsabilidad es la clave porque persiste la pandemia

Salida procesional de María Santísima del Rosario.

Salida procesional de María Santísima del Rosario. / JOSUÉ CORREA

Cada día que pasa hay más ambiente de cofradía en las calles y poco a poco también se recupera la vida de hermandad, que es lo más importante, aunque todos estamos al oído de bandas procesionales y nos vamos detrás con los ojos cerrados. La calle llama a los cofrades lo mismo que a cualquier ciudadano que está con la necesidad y deseo de pasear, disfrutar de la terraza de un bar o ir a algún espectáculo cultural.

Mucho tiempo privados de tantas cosas que la gente quiere echarse a la calle. La verdad que hay situaciones que a veces hasta da mucho respeto por aquello de lo que hemos vividos y los miles de muertos que se ha cobrado el coronavirus, en nuestra provincia la cifra llega a los 418. Lo que no se puede olvidar, más sabiendo que cuando una cofradía está en la calle hay miles de personas. Los riesgos han bajado con las vacunas, y es el momento para pensar de que sí podemos recuperar el culto externo con todas las precauciones posibles.

En estas primeras salidas se ha pedido a los hermanos estar atentos a una nueva figura en los cortejos procesionales, el ahora llamado ‘diputado de la Covid’. Una forma de mostrar que se está pendiente a todas las recomendaciones sanitarias, que esto no es echarse a la calle sin mirar nada. Es una buena idea, tener personas responsables de que las medidas sanitarias se cumplan y mantenerse atentos a cualquier eventualidad.

En estas salidas se ha visto que los cortejos contaron con una mayor presencia de representaciones, tanto de hermandades como de instituciones. Una forma de vivir comunitariamente este deseo de exteriorizar la fe en la calle. En las salidas se ha visto muchas personas.

En la calle avanzamos con la presencia cofrade, lo importante es el hecho de que las casas de hermandades recuperen la vida. Mucho hay que poner al día después de este parón tan largo. Es necesario atender a la hermandad para subsanar aquello que la pandemia haya afectado. Vivir de nuevo los cultos con más intensidad, gracias a que se reducen las restricciones.

Recuperar el contacto con los hermanos, volver a ilusionarse con proyectos. E, incluso, recuperar las convivencias.

Ahora las mascarillas aun nos siguen quitando algo de lo que es una salida procesional, nos tamiza el olor a incienso que tanto gusta junto a un paso, pero hemos ganado mucho y seguimos avanzando, con prudencia y responsabilidad cofrade.

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