Entre túnicas

No todo Vale

Nuestro colectivo cofrade es un inmenso conjunto de seres humanos con pensamientos e ideas distintos, desde el que piensa sólo en los sones de una corneta, el que va debajo de un paso, el que cuenta cada céntimo para que los presupuestos no fallen, el que quiere que la plata quede reluciente, hasta el cofrade de a pie, el contemplativo. Nuestra Semana Santa la esperamos todo el año, la anhelamos tanto que nos adelantamos en el tiempo, y plasmamos todo lo que acontece en imágenes, fotos, vídeos, por las distintas redes sociales, en cualquier época, sacándolas, incluso, de contexto. Esto, muchas veces, nos lleva a perder su sentido, su significado, y a pensar que todo vale, y nos dejamos llevar por apegos o modas. Por ejemplo, si un cartelista o vestidor, está en el candelero o es de nuestro agrado, lo vanagloriamos y todo el mundo le profesa simpatía. Entendemos de bordados, de tallas, esculturas, exornos florales, ceras; somos expertos en arte, en ser hermanos mayores o vocales sin estar en sus juntas, pero sin responsabilidad alguna. Si algo es mediocre, lo alzamos a la categoría de sublime, y si su autor es de nuestro agrado lo aplaudiremos y además con los palmeros detrás.

Por supuesto, que todo cofrade verá las cosas desde su propio prisma, pero no todo vale, debe ser desde un punto de vista objetivo y equilibrado, sin olvidar su fin último, sin perder el sentimiento cristiano. No debemos quedarnos en esa religiosidad light que se nos está vendiendo, en una falta de fe o de convencimientos, de desacralización, dentro de lo que algunos llaman libertad religiosa, donde ahora sí tienen cabida hechos irrespetuosos, como pintadas en azulejos, profanación de iglesias, o incluso sátiras carnavalescas, que tanta polémica han levantado, recibiendo el aplauso de muchos, como de algunos cofrades que ahora le quitan importancia, pues está en boga, y que en otras épocas se hubieran rascado las vestiduras.

No, no todo vale, ¿es una ofensa a los sentimientos, a las convicciones católicas, o depende del color con que lo miremos? No debe perderse el norte, no podemos olvidar los sentimientos profundos, nuestras costumbres, su solemnidad, y si sólo nos quedarnos en lo superficial, corremos un gran riesgo. Los cofrades debemos ser una Iglesia en salida, dar ejemplo de evangelización, vivir en un clima de fe, sin miedo, sin complejos, con un desprendimiento caritativo, como ya hacen nuestras hermandades, pero ir más allá, acercarnos a los que están alejados, no encerrarnos en sí mismos. Las cofradías no deben ser personalistas, no podemos apropiarnos de ellas, como si se nos fuera la vida, y creernos dueños de las mismas de por vida. Pasamos de forma temporal y transmitimos un deber a nuestras generaciones, tenemos que ser coherentes con nuestras creencias, no pensemos que disfrutamos sólo de derechos, también tenemos unos deberes como cristianos.

Y, que mejor tiempo que ahora en Cuaresma, para vivir esta conversión individual y colectiva como cofrades. Las hermandades deben vivir la fe de una manera profunda, siempre teniendo en cuenta que no todo vale, hagamos una reflexión de compromiso y responsabilidad, sin perder su significado y su fin único.

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