La naveta

Tramos de respeto

Un nazareno de la cofradía del Descendimiento.

Un nazareno de la cofradía del Descendimiento. / Josué Correa

En las cofradías todo tiene un sentido, el protocolo lleva más que un orden, es la esencia de todo, desde la cruz de guía al preste.

Hoy me quiero referir al tramo de respeto. Es ese lugar en el que van los hermanos de mayor antigüedad y, lógicamente, los más antiguos. Se les da ese lugar porque es en el que más cerca están de los sagrados titulares. Nada se desordena en la cofradía porque esta debe ser reflejo de lo que es la hermandad y en ella, en una institución cristiana, sabemos que hay que dar el sitio preeminente a nuestros mayores, porque ellos son el signo de la sapiencia y reflejo del largo caminar que instituciones como la de las hermandades con más de cinco siglos son transmisoras a las nuevas generaciones de lo que es, son y tendrán que ser en el futuro las cofradías.

Por eso, aún cuando la juventud tiene su ardor y es necesaria para convertirse en el motor de empuje de nuestras cofradías, los mayores son la esencia y el sentido de la hermandad. Constituyen la sabiduría donde tenemos que ir a aprender, a saber escuchar, a emocionarnos con sus relatos, a que nos cuenten lo que ha sido el trayecto de una hermandad hasta que dan el testigo a nuevas generaciones.

En ningún momento se puede dejar en el olvido a nuestros mayores, pues son la esencia misma de lo que procesionamos, el amor y la cercanía entre todos, que superamos la individualidad para convertirnos en hermandad.

Eso mismo es lo que debe ser reflejado en nuestra sociedad, o al revés si se quiere.

Los mayores deben tener siempre nuestro respeto y admiración. Tenemos que velar por ello, ayudarlos cuando incluso cambian las tecnologías y no dejarlos a la deriva frente a un ordenador o en la cola de un cajero automático.

Ahora vemos que muchas de nuestras hermandades, de su voluntariado, les están ayudando en este confinamiento que padecemos por el coronavirus. Igualmente, como cofrades, como cristianos, tenemos que alzar nuestras voces para no permitir que se les olvide en las residencias de ancianos y que vayan muriendo en la mayor soledad.

Poco dice de sí misma la sociedad que olvida a sus mayores.

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