Semana Santa

Poesía y saeta en 75 años del Refugio

  • La Hermandad de Pasión celebra la bendición de su titular. Intervienen los exaltadores Alfonso Garrido Ávila, Manuel J. Antero Carmona y Eduardo Fernández Jurado, con la saetera Regina.

La palabra hecha piropos y recuerdos, con la emoción de la saeta y la imagen que arranca del ayer hasta el hoy más cercano, sirvieron para exaltar en la noche de ayer a María Santísima del Refugio en el 75 aniversario de su bendición e incorporación como titular de la Hermandad Sacramental de Pasión.

Un formato excepcional en la trayectoria de pregones de la Hermandad del Martes Santo, como destacó Antonio Fernández Jurado, quien presentó el acto en el Gran Teatro al que asistió el alcalde de Huelva, Gabriel Cruz (PSOE), y los portavoces de los grupos municipales del PP, Ángel Sánchez; y de C´s Ruperto Gallardo. Quienes estuvieron acompañados por la junta de gobierno que preside el hermano mayor Rafael Luis Caballero

Un acto en el que tuvo también especial protagonismo la defensa de la Semana Santa, al inicio de las intervenciones de los exaltadores, defendiendo la legitimidad que todo cofrade tiene de expresarla y mostrar el rechazo a burlas y ofensas. Así lo señaló Alfonso Garrido Ávila, quien dijo que "aquí lo que sabemos es rezar en la calle con nuestros pasos, fajados y con un costal, a pesar de que a algunos no les guste". De esta forma hacía "una proclamación de fe y libertad", recordando las palabras de Jesús en la cruz: "Perdónale Padre porque no saben lo hacen".

Eduardo Fernández Jurado aludió, en su proclama de defensa cofrade, al voto inmaculista del siglo XVI. Dijo que "lo mismo antes, ahora pelearemos porque nuestra fe no sea atacada, ni nuestra devoción ni nuestra tradición cofrade".

El guión argumental corrió a través del audiovisual de Jesús Ricca Hierro, que conjugaba con las saetas de Regina, que le ofreció vida a la emoción de las imágenes que recreaban el palio de María Santísima del Refugio por las calles de Huelva.

Alfonso Garrido Ávila hizo una profesión de amor hacia la Virgen del Refugio. Reconoció que la vida le ha deparado muchas cosas, "pero ninguna como la de sentir cerca a la Virgen del Refugio" y, más aún, "con el privilegiado honor de haber sido capataz". Ponía a flor de piel la emoción con el recuerdo a tantos que han pasado por la vida de la hermandad. No se privó de alzar su voz para, como buen capataz, llamar a su gente y recordar a todos el milagro del despertar joven en la hermandad con el costal, de alguien que recalcó se sentirá siempre "morado y verde".

Manuel J. Antero Carmona recordó las muchas y frías noches de ensayo, y lo que se siente al ir bajo las trabajaderas. Habló de aquellos primeros ensayos de las cuadrillas de la hermandad. Invitó a los hermanos de Pasión a estar siempre cerca de los titulares, independientemente de quien esté delante del paso o agarre con sus manos la vara dorada. No escatimó en piropos para su Virgen del Refugio, en el jardín de Pasión.

Eduardo Fernández Jurado cerró las intervenciones de los exaltadores, volviendo a dejar en el atril un ramillete de palabras hermosas hacia la Virgen del Refugio, con recuerdos de la niñez, de sus primeros encuentros con la Virgen en el seno familiar o de su túnica verde. Le regaló una hermosa letanía por Madre Ana y recorrió con Ella cada esquina del barrio. Habló de cómo en el altillo se escuchaban las mejores saetas, con lugares como la Tertulia Litri hasta volver a San Pedro.

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