Cultos

El obispo recuerda a San Pablo II en la Misa Crismal

  • El obispo de la diócesis, José Vilaplana, ha presidido esta mañana de Martes Santo, en la Catedral, la Misa Crismal de consagración del Santo Crisma y bendición de los Óleos de los Catecúmenos y de los Enfermos

Ela misa se celebró en La Merced.

Ela misa se celebró en La Merced. / H.I. (Huelva)

El obispo de la diócesis, José Vilaplana, presidió ayer en la catedral, la Misa Crismal de consagración del Santo Crisma y bendición de los Óleos de los Catecúmenos y de los Enfermos. El obispo quiso comenzar su homilía haciendo alusión a la profecía de Zacarías: “Mirarán al que traspasaron”. De este modo,

contextualizó sus palabras en la celebración del Centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús, cuyo lema es Tus heridas nos han curado, sugiriendo a los sacerdotes de nuestra Iglesia que sean “pastores según el Corazón de Cristo”. Tomando pie de la oración al Espíritu Santo por la santificación de los sacerdotes de San Pablo VI, pidió al presbiterio de Huelva, “un corazón nuevo, puro y grande”.

Un corazón nuevo que “experimente ese temblor de la emoción, que no se acostumbra a las maravillas y sorpresas de Dios; joven y alegre porque se apoya en la confianza y no en nuestras seguridades”. Un corazón puro, “de intenciones rectas, sin doblez, que se aleja del mal, transparente y con la inocencia del niño que busca el Reino de Dios”. Y un corazón grande “a la altura del corazón de Cristo, capaz de abrazar y de abarcar el mundo y la Iglesia: fuerte para querer a todos, trabajar por todos y sufrir por todos, capaz de llegar hasta el sacrificio de la propia vida para entregarla al ejemplo de Cristo, Buen Pastor”.

En medio de la actividad del día a día de los sacerdotes, el obispo hizo una llamada a la contemplación “para que el activismo no lleve a endurecer el corazón de quienes están llamados a servir”. Tras la homilía, José Vilaplana consagró los óleos del Santo Crisma, una mezcla de aceite y sustancias aromáticas con el cual son ungidos los que se bautizan, se confirman, se ungen las manos de los nuevos presbíteros o la cabeza del que es consagrado obispo el día de su ordenación sacramental, los altares y las iglesias el día de su dedicación. Además, también se bendijeron el Óleo de los Catecúmenos y el Óleo de los Enfermos.

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