Siempre se plantea una nueva forma de aportar a la Semana Santa sus buenas dotes de saeteros, es de las voces que mejor se escuchan. Ahora se atreve con la sentencia en Pérez Cubillas.
-¿Por qué este cante?
-Es que no se hacía y me parecía que había que recuperarlo para Huelva, yo lo conozco de Moguer.
-Y este es el momento.
-Sí, con la Hermandad de la Sentencia, a ellos le ha parecido una cosa muy acertada y quieren que repita este año.
-¿Cómo le fue la experiencia?
-Muy contento, el obispo estaba allí y se acercó a felicitarme.
-¿Pero no es muy fácil?
-Hay que saber mantener el tono, de lo contrario el cantaor puede acabar sudando y con la voz hecha polvo.
-¿Qué le ha aportado?
-Es la misma que en Moguer, pero yo la recorto un poco, sin perder el contenido elimino algunas frases que creo que sobran.
-¿Cómo es la sentencia?
-Tiene tres cuerpos, oración, justicia y sentencia. Es muy plana, no tiene melisma ninguno, es repetitiva, pero también está llena de hermosura como una aportación del flamenco a la Semana Santa.
-¿Y esta es una aportación en un barrio humilde?
-Sí, porque todo no va a ser para la Gran Vía.
-¿Qué ha aportado los saeteros al resurgir la Semana Santa?
-Tiene que haber de todo, sino las cofradías no serían lo mismo, por ejemplo, sin banda y sin saeteros. Es un conjunto de muchas cosas para conseguir su esplendor.
-¿Pero esto ha llevado su tiempo?
-Desde hace más de veinte años le canto a la Esperanza en el Tartessos, al principio no había nadie y ya impone tanta gente. Lo mismo que a la Victoria en las Teresianas.
-¿Qué se siente con la saeta?
-Impone cuando te ves sólo delante de la imagen, cuando le miras los ojos al Cristo es conmovedor.
-¿Hay que sentir la saeta?
-Sí, hay muchos buenos flamencos que no son saeteros, porque le falta eso. La saeta tiene que salir de adentro.
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