Puerta del Mar

La Hermandad de la Soledad, como un regalo por Navidad

  • La Cofradía celebra el 75 aniversario de su segregación de la del Nazareno

  • Un día como hoy de 1944 el cardenal Segura firma las reglas de constitución

La Soledad del Silencio.

La Soledad del Silencio. / Alberto Domínguez

Tiene la belleza de lo sublime, el encanto de lo sencillo y el áurea del amor de Huelva. La Soledad del Silencio embauca los corazones en la tarde noche del Viernes Santo, cuando con sublime sencillez el dintel barroco de la puerta de Méndez Núñez enmarca su paso, lejos de bullas y en horas en la que la tarde invita a encontrarse con una cofradía en la que el canon es la rectitud y sobriedad.

Ella es la Soledad del Silencio. La que enamora en la tarde del Viernes Santo, la que habla de tantas cosas, la que recuerda una Semana Santa del ayer y la del presente. Hablan las crónicas que su fundación tras la Guerra Civil fue por el vacío que dejó en la noche del Viernes Santo la ausencia de la Madre en Soledad.

Camina la tarde en el ocaso por la calle Puerto para adentrarse, después de la oficialidad del día, en el corazón de la Semana Santa que es la Iglesia de las Hermanas de la Cruz.

Hay un diálogo de pureza, donde ese ramillete de azucenas blancas que son las hijas de Santa Ángela de la Cruz conversan en ese musitar compartido en el silencio de la noche.

No hay más música que el andar de los costaleros, las zapatillas que se deslizan por el mármol de la calle Concepción, que tienen el reguero de la cera derramada por las cofradías de penitencia en ese encuentro con Dios en la calle.

Ese es el encuentro con el recuerdo histórico, de la esencia de nuestras cofradías. De aquellos Viernes Santo en los que también quedaba Ella sola en la calle y trasladaba espiritualmente ese momento en el que todo queda vacío. La Madre vuelve y deja tras de sí la cruz y se lleva en su alma todo el sufrimiento. Es la meditación de la muerte en la espera de la Resurrección.

Hoy he querido hablar de la Soledad porque en un día como el de este último domingo de Adviento de hace 75 años se constituía la Hermandad de Penitencia y Cofradías de Nazarenos de Nuestra Señora en su Soledad, era cuando el cardenal Segura firmaba las reglas y autentificaba el buen caminar de quienes desde 1937 habían sacado a una Virgen de la peinadora de una casa devota para ponerla en la calle sobre un paso procesional, cuando tanta falta hacía entonces como la necesitamos hoy.

Con Ella, que es guardiana de quienes entran y salen en la Concepción, mis felicidades para todos en este tiempo de Navidad.

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