Un nuevo martes en Las Colonias, pero no un día cualquiera. Es Martes Santo. La Hermandad de la Sagrada Lanzada realizó ayer su estación de penitencia fiel a su cita cofrade, esta vez desde la remozada parroquia de Nuestra Señora de los Dolores.

Minutos antes de la salida de la cofradía, los vecinos de este popular barrio se acercaban impacientes a la calle Presbítero Manuel López Vega, esperando que se abrieran las puertas del templo y comenzara a desfilar el cortejo procesional. Primero fue el paso de misterio del Cristo de la Sagrada Lanzada y, tras él, la mayor devoción mariana de este barrio: la Virgen de los Dolores.

Hablar en Las Colonias de la Virgen de los Dolores, su Virgen, es una suma de testimonios de decenas de personas que reconocen a María, en su advocación de Dolores, como su madre. Como la reina de Las Colonias.

La Hermandad de la Sagrada Lanzada volvió a dejar imágenes hermosas en su recorrido hacia la Carrera Oficial. El paso de misterio, con el estreno del dorado del frontal, avanzaba tras su salida por la avenida Cristóbal Colón y la Vega Larga, buscando la plaza de la Merced. Siempre merece la pena pararse y recrearse en la contemplación de la soberbia imagen del Cristo, así como en las imágenes secundarias que le acompañan en el paso. Longinos y su caballo, tallado a tamaño natural, son verdaderamente admirables en este paisaje de palmeras que antecede al corazón de la ciudad.

El discurrir de esta hermandad y sus pasos por la Carrera Oficial brilló especialmente con las marchas interpretadas por las bandas, en una espléndida tarde y noche de Martes Santo.

Ya en su barrio, con la estación de penitencia a punto de finalizar, se volvieron a vivir momentos de intensa devoción, en un año que pasará a la breve historia de esta hermandad por haber vuelto a salir desde la parroquia, tras algunos años realizando la salida desde la casa hermandad. Y también porque se cumplen 50 años de la llegada de la Virgen a Las Colonias. El próximo 15 de septiembre se le impondrá la medalla de la ciudad. Es el reconocimiento de Huelva a una devoción muy bien arraigada.